Carta de un trabajador a los empresarios del COLOQUIO IDEA

Carta de un trabajador a los empresarios del COLOQUIO IDEA

  24 Oct 2017

Queridos Señores Grandes Empresarios de IDEA :

Me dirijo a Ustedes para expresarle mi apoyo a todas esas cosas que estuvieron conversando en estos días. Aunque nunca me invitan a sus reuniones, yo quiero decirles que concuerdo con las propuestas que hacen en el COLOQUIO IDEA. Si. Hay que bajar el costo argentino. Y los trabajadores, por el bien del país y sobre todo por el bien de Ustedes, estamos dispuestos a resignar nuestros Derechos para lograrlo. Y lo haremos de acá en adelante. Lo único que les pedimos a IDEA es que nos den una mano para que podamos arrancar en esta nueva y promisoria etapa de denigración .

Insisto en que , aunque nunca me invitan a IDEA, lo mismo a mí se me ocurrió una muy humilde. Nada que ver con vuestras elucubraciones brillantes y sofisticadas, pero aun así quiero hacer mi pequeño aporte. Paso a contarles mi idea.

Como las empresas que participaron en el coloquio son las viejas conocidas de siempre, al revisar la lista de invitados (en la que, insisto, nunca me encuentro) me di cuenta que se tratan de las mismas corporaciones que se beneficiaron en septiembre de 1982 con la estatización de sus deudas privadas bajo la dictadura. ¡Y que también son las mismas que en febrero de 2002 se volvieron a beneficiar con la otra estatización de deudas privadas! Esa que alguien le puso el nombre de pesificación asimétrica, que yo en mi ignorancia nunca entendí que era lo simétrico y que no. Intuyo que las simetrías son de nosotros, las asimetrías son ajenas. Bah, de Ustedes.

Bueno, la cosa es que en ambos casos, las deudas de Ustedes se las pagamos nosotros los trabajadores. Y lo hicimos con la disminución de nuestros salarios, la perdida de servicios públicos, la suba de las tarifas, la inflación y el aumento de nuestros impuestos. Que una estatización de deuda privada se trata de eso. La plata del Estado que es nuestra, se va en pagarles las deudas de Ustedes. Y todo lo demás (escuelas y hospitales incluidos) se lo lleva el diablo. Pero no nos quejamos. Así es la vida. Acá nadie quiere la grieta

De allí que creo que, y en esto seguro Ustedes estarán de acuerdo, nosotros los trabajadores ya hicimos nuestro aporte. Si. Aportamos pagándoles las deudas a Ustedes, y con esto conseguimos bajarles a Ustedes el maldito costo argentino. Costo que veo que les está volviendo a preocupar. Pero no se angustien, queridos empresarios. Para eso estamos nosotros. Nosotros, los dispuestos a seguir haciendo los sacrificios y soportando todas las humillaciones que Ustedes nos pidan. En síntesis, haciendo lo que hay que hacer. Siempre con el bendito propósito de que a Ustedes se les bajen los costos. Lo único que solicitamos es un empujoncito chiquito.

El empujoncito chiquito que necesitamos antes de encarar esta expiación, es que ese dinero que ya les dimos a Ustedes en 1982 y en el 2002, nos lo devuelvan. Si. ¿Esta buena mi idea, no? Así borrón y cuenta nueva, y con esa plata (que no debe ser mucha) nos ayudan a capear un poco las privaciones que tendremos que soportar al perder nuestras indemnizaciones, aguinaldos, vacaciones, subsidios, paritarias, pensiones, jubilaciones, pago por accidentes y demás.

Ustedes, que a veces los veo un poco olvidadizos o que no hacen bien las cuentas, se deben estar preguntando cuanta plata nos tendrán que devolver.

Ruego me disculpen si les parece pretencioso, pero como tuve muy buenas maestras de matemáticas (sí, yo caí en la educación pública, que se le va a hacer) me tome el atrevimiento de hacer unos números. Ya que Ustedes nos van a ayudar a nosotros a iniciar el ochomilésimo septingentésimo trigésimo cuarto sacrificio en favor de Ustedes, creo que, nobleza obliga, corresponde que yo al menos ponga algo de mi parte y les de una mano con las sumas y las restas.

En septiembre de 1982 los trabajadores nos hicimos cargo de sus deudas privadas por un total que era de u$s 23.000.000.000 (Veintitrés mil millones de dólares). Y dos décadas después, en febrero del 2002, les dimos otra mano solidaria a Ustedes, nobles empresarios en su heroica batalla contra el costo argentino. Nos, la plebe, no quiso quedarse afuera de esta cruzada. Ni mirarla por TV. Por ello en el 2002, de nuevo les pagamos sus deudas por u$s 40.000.000.000 (cuarenta mil millones de dólares).

Pero el tiempo pasa y, además de ponernos viejos, nos impone actualizar números. Por eso, para saber cuánto nos tienen que devolver hoy para que nos inmolemos contentos mañana, tenemos que calcular algunos intereses. Y que mejor y más confiable hacerlo que tomando como referencia la tasa del Banco Nación. Había pensado en la tasa de las LEBACS por las que Ustedes sienten tanto entusiasmo, pero no. No somos tan pretenciosos. Vamos con las del Nación.

La deuda de los empresarios que los trabajadores asumimos como si fuera nuestra en 1982, actualizada según la tasa del Banco de la Nación, asciende hoy a u$s 159.375.372.000 (Ciento cincuenta y nueve mil trescientos setenta y cinco millones trescientos setenta y dos mil).

La deuda de los empresarios que los trabajadores asumimos como si fuera nuestra en el 2002, actualizada según la tasa del Banco de la Nación, asciende hoy a u$s 186.491.360.000 (ciento ochenta y seis mil cuatrocientos noventa y un millones trescientos sesenta mil).

Sumadas las dos deudas de Ustedes que nosotros les pagamos, nos da u$s 345.866.732.000 (Trescientos cuarenta y cinco mil ochocientos sesenta y seis millones setecientos treinta y dos mil) a hoy.

Nosotros estamos jubilosos de tener esta nueva oportunidad que Ustedes nos dan para trabajar hasta morir. Y dando la vida por Ustedes. Solo que necesitamos una palmadita. Devuélvanos esta pequeña suma que nos deben hoy, y nosotros mañana mismo nos dejaremos explotar jubilosos. Conscientes de que somos protagonistas del cambio, y maravillados por ver todo lo que estamos haciendo juntos.

Espero que sigan disfrutando de sus amenos coloquios. Tengo la ilusión que algún día harán un acto de caridad y, así como de lástima invitan a veces a un pariente pobre a una fiesta, me inviten a mi a uno de sus coloquios. Mientras tanto, quedamos entonces a la espera del pago. Aceptamos cheques o transferencias bancarias. Pero a bancos nacionales, no conozco Panamá como Ustedes y no sabría cómo manejarme en ese país.

Con afecto
Un laburante

javier ortega
Doctor en Derecho Público y Economía de Gobierno. Docente Universidad Nacional de Avellaneda

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