Ramón está convencido de que la adolescente fue víctima de una red de trata de personas. “Suárez secuestró a mi hija y la vendió, la entregó para que se la lleven a otro lado”, expresó. “No sé cuándo la justicia trabajará por esa parte, ya se me termina la paciencia”, cuestionó.
Ramón Garnica llegó nervioso a Tribunales. Sabía que iban a exhibirle las prendas halladas cerca de la ladrillera y que existía la posibilidad de que pertenecieran a su hija Daiana, la jovencita de 16 años que lleva más de dos meses desaparecida. Pero más tarde salió con una expresión de hartazgo de la Fiscalía II°. “No son cosas de mi hija, no se puede hacer nada, estoy cansado de renegar”, expresó en el pasillo.
El fiscal Diego López Ávila, quien subroga a Claudio Bonari, el instructor de la causa, había convocado a los padres de Daiana para ayer a primera hora. Esperaba que estos reconocieran algunas prendas que encontró la Policía durante un rastrillaje realizado el jueves a la tarde. Pero una vez más se encontraron ante una falsa alarma. “No son cosas de mi hija”, expresó Garnica luego de observar las fotografías que le exhibió López Ávila.
El padre de Daiana se mostró molesto cuando salió de la Fiscalía y se sentó en un banco de cemento, en el patio de Tribunales, donde soplaba un viento helado. Estuvo ahí, inmóvil y sin decir nada, durante largos minutos. Después se desahogó: “ya estoy cansado, no hay ninguna respuesta, siempre que hay que seguir esperando, pero para nosotros no es vida esto”.
Después de tantos días sin noticias de su hija y de que vinieran a buscarla hasta un grupo de canes rastreadores, Garnica está convencido de que su hija fue víctima de una red de trata de personas. “Darío Suárez secuestró a mi hija y la vendió; la entregó para que se la lleven a otro lado y sigue callado la boca. Estoy seguro de eso. No sé cuándo la justicia trabajará por esa parte, ya se me termina la paciencia”, se quejó. “No puedo vivir -agregó- sabiendo que mi hija fue privada de la libertad por esta basura que encima no habla. Vivimos en un mundo de egoístas, te ven llorar, suplicar y no se conmueven”.
En ese estado de angustia y desesperación, Garnica insistió en que lo único que le importa es saber dónde está Daiana. “Para un padre no hay nada más sagrado que una hija. Soy capaz de perdonar todo lo que haya hecho con ella, pero que me lo diga, necesito saber de mi hija”, volvió a implorarle a Suárez.
“Sé que se aprovechó de nuestra confianza y la vendió. También hago mis análisis, pienso en cómo trabajó él y en lo que vi en el celular de mi hija. Ese día que se encontraron, él le decía que no lo espere en la garita, que lo espere más allá, era porque la iba a levantar en un vehículo, ya tenía planeado todo”, intentó reconstruir.
Garnica está convencido de que sucedió así porque Daiana había olvidado su teléfono celular en su casa. “Digo que Suárez no le hizo nada y que se despojó de ella así como estaba porque no se dio cuenta de que mi hija no tenía el celular. Por eso después volvió tranquilo a la casa, como si nada, y recién cuando lo increpamos y le mostramos que teníamos los mensajes se fue”, agregó.
Suárez vivía enfrente de la casa de Daiana, en el barrio Julio Abraham de Alderetes. El 6 de mayo a la tarde, le mandó un mensaje de texto para pedirle que lo acompañara a comprar un regalo. La jovencita salió, pero olvidó llevar el teléfono. Por eso los investigadores y su familia saben que salió con su vecino, el principal sospechoso. Él y otras 11 personas están presas en esta causa.
fuente: LOS PRIMEROS