La justicia argentina llegó a la causa de los cuadernos no por una minuciosa investigación llevada a cabo por algún fiscal o juez, sino porqué le cayó del cielo un chofer que “supuestamente “ registraba todo día a día y por su desavenencia amorosa con su pareja, desde allí surgio el mayor escandalo de corrupción en Argentina. También si la metodología fue algo “armado” por el gobierno resulto a todas claras efectiva, unos supuestos cuadernos , escritos por un avezado chofer, que cuando la justicia fue a buscar los originales estos no existían, sirvieron para que un gran número de empresarios de todos los rubros y especialemente de la construcción fueran citados o se presentaran espontáneamente a declarar y resultaran beneficiados con la caratula de arrepentidos para no quedar detenidos, llamanse Carlos Wagner; Jorge Guillermo Neira, de Electroingeniería; Claudio Javier Glazman, de Sociedad Latinoamericana de Inversiones; y Aldo Roggio, de Grupo Roggio entre tantos otros.
Ahora lo reprochable de todo estos es que no hay certeza de que si estos empresarios quedaran detenidos en alguna instancia del proceso al igual que los funcionarios y si algún día devolveran el dinero mal ganado a expensas del estado argentino al que todos aportamos a través de impuestos o haciendonos cargos de multillonarios prestamos pedidos al exterior, o es que acaso debemos hablar de una nueva y actual complicidad entre los empresarios que nos gobiernan y los empresarios coimeros que junto a funcionarios corruptos sangraron a nuestro país durante tanto tiempo.