Las operaciones dudosas de Flavio Bolsonaro y su asesor Fabricio Queiroz están en la agenda mediática. El presunto esquema de lavado de dinero amenaza con erosionar el poder del mandatario.
Explotó la crisis. El “Bolsogate” destapado hace un mes y medio con las denuncias sobre movimientos de dinero “atípicos”, según el Ministerio de Hacienda, en cuentas vinculadas al hijo de Jair Bolsonaro, escaló en los últimos días hasta convertirse en un escándalo de consecuencias imprevisibles.
Ante la magnitud del caso el presidente convocó a su hijo, el diputado estadual de Río de Janeiro Flavio Bolsonaro, a una reunión de emergencia de casi cuatro horas el sábado en el Palacio de Alvorada. Luego, al constatar la repercusión internacional de este presunto esquema de lavado de dinero, el mandatario suspendió la conferencia de prensa prevista para esta semana en el Foro Económico Global de Davos, Suiza, en su primer viaje al exterior tras la toma de posesión el primero de enero.
Las últimas noticias divulgadas por la TV Globo indican que Flavio Bolsonaro, el mayor de los cinco hijos del gobernante, recibió 96 mil reales (30 mil dólares) entre junio y julio del año pasado depositados en una agencia bancaria de la Legislatura carioca.
El dinero fue acreditado en entregas de hasta 2 mil reales siguiendo el modus operandi de las gavillas que así evitan que las autoridades descubrn el origen de la plata, según los especialistas en la materia.
Las operaciones dudosas de Bolsonaro hijo y su asesor Fabricio Queiroz levantaron las sospechas del Ministerio Público de Río y del Coaf, organismo de control financiero del Ministerio de Hacienda.
El asesor Fabricio Queiroz es amigo de Jair Bolsonaro desde los años 80 cuando ambos eran militares en actividad. Una de los tranferencias del ex militar y ex policía Queiroz fue para la primera dama Michelle Bolsonaro.
Con el correr de los días comenzaron a surgir las piezas que demuestran que el clan Bolsonaro –padre, hijos y esposa– mantiene una vinculación amplia con el clan Queiroz, cuya hijas y esposa también fueron empleadas de la familia presidencial.
Antes de informarse sobre los depósitos dudosos para Flavio Bolsonaro se había informado que su asesor Queiroz hizo movimientos bancarios por 1,2 millones de reales (casi 400 mil dólares) un monto muy superior a su salario.
Y ayer el diario O Globo aportó más gasolina a la agenda de noticias altamente inflamables: informó que el asesor Queiroz operó de manera sospechosa otros 5 millones de reales.
Cómo se resolverá esta crisis nadie lo sabe. Por haber tocado al núcleo del clan Bolsonaro –que actúa como grupo político autónomo– el episodio amenaza erosionar el poder de un presidente improbable que llegó al Planalto luego de formar una alianza circunstancial en el transcurso de una campaña electoral atípica. De baja calidad democrática.
Los comicios de octubre serán recordados por los millones de mensajes en las redes sociales con fake news disparados contra el candidato Fernando Haddad, del PT –una ilegalidad que la justicia no investigó debidamente–y por la puñalada sufrida en un acto proselitista gracias a la cual el candidato de extrema derecha aumentó verticalmente su popularidad en la primera vuelta y se tornó inalcanzable en el ballottage.
Con todo, el capitán retirado del Ejército nunca tuvo un cheque en blanco de los factores de poder permanentes.
Las Fuerzas Armadas, los medios, buena parte del Poder Judicial y el mercado marcharon junto al postulante del Partido Social Liberal porque era quien les garantizaba el triunfo sobre el PT luego de la proscripción de Lula, que al momento de anunciar su desistencia de competir por la presidencial era el favorito con el 40 por ciento de intenciones de voto.
Finalmente Bolsonaro venció con holgura: obtuvo 57,7 millones de votos, menos el 40 por ciento del padrón electoral y el 55 por ciento de los votos válidos, que excluyen blancos y nulos. Obtuvo 10 millones de sufragios de ventaja sobre Haddad, pero este dato electoral no lo convirtió en un líder incontestable.
El relato sobre el “Bolsogate” comenzó a crecer desde principios de diciembre cuando el entonces presidente electo habló de su antigua relación con Fabricio Queiroz y contó que su amigo depósito dinero en la cuenta de su mujer para devolverle un préstamo.
Las revelaciones de los últimos días indican que la versión es insostenible. Y que el policía retirado Queiroz y el diputado Flavio Bolsonaro, electo senador federal, pueden estar en el centro de un esquema delictivo.
Conforme el affair fue creciento el vicepresidente, general retirado Hamilton Mourao, comenzó a formular declaraciones tomando distancia del clan presidencial. Mourao, que asume esta semana la presidencia mientras Bolsonaro participa del Foro de Davos, es una suerte de vocero oficioso de las Fuerzas Armadas la cuales son, de hecho, el principal soporte del gobierno. En Brasilia se dice que los generales no están dispuestos a inmolarse junto al capitán retirado si el incendio devorara al Palacio del Planalto.
Las informaciones sobre el “Bolsogate” publicadas en los últimos días por el grupo Globo posiblemente ya se conocían desde antes de las elecciones.
El hecho de que la justicia y el multimedios no las hayan ventilado señala el alineamiento con la candidatura de Bolsonaro.
Si este caso se hubiera conocido durante la campaña podría haber afectado la imagen anticorrupción del candidato vencedor.
¿Qué explica ese cambio de rumbo editorial de Globo?. El grupo está repitiendo el modus operandi ya obervado en 1992 cuando se volvió contra el entonces presidente Fernando Collor de Mello que tuvo que renunciar ese año asediado por denuncias de corrupción.
La misma cadena había sido una aliada de Collor en la campaña de 1989 cuando el candidato derechista derrotó a Lula en ballottage.
Ahora el conglomerado más poderoso de América Latina decidió embestir contra Bolsonaro que, embelesado por la alianza entre Donald Trump y la conservadora TV Fox, demostró su intención de escoger como aliado al grupo Record, vinculado a la Iglesia Universal del Reino de Dios.
Y no solo eso: la semana pasada el presidente recibió en su despacho a los representantes de la franquicia brasileña de la norteamericana CNN, que será dirigida por un periodista ligado a Record. El desembarco de la CNN ha dado lugar a un mar de especulaciones, entre ellas que la corporación norteamericana sería socia de Bolsonaro en su disputa contra Globo.