La hiperinflación argentina de 1989 y 1990 fueron dos estallidos hiperinflacionarios separados sucedidos en Argentina en esos años. El primero, sucedió en el primer semestre de 1989 e influyó fuertemente en la derrota electoral y posterior renuncia del presidente Raúl Alfonsín. El segundo sucedió entre diciembre de 1989 y marzo de 1990, durante la presidencia de Carlos Menem, e influyó fuertemente en la renuncia del ministro de Economía Néstor Rapanelli y provocó el fin del Plan Bunge y Born.
Con la devaluación del Austral, miles de personas pasaron hacia la pobreza: la hiperinflación devoró salarios, generó revueltas, saqueos y llevó al adelantamiento del traspaso del poder luego de las elecciones presidenciales de 1989, en las que resultó electo el peronista Carlos Menem. La hiperinflación provocó un aumento en el porcentaje de personas viviendo en la pobreza del 25 % a comienzos de 1989, al récord histórico de 47,3 % en octubre del mismo año
Antecedentes
La situación económica y social en la que Alfonsín asumió el gobierno era realmente desfavorable, interna y externamente. En 1982 estallaba la crisis de la deuda latinoamericana, ante la moratoria de México y la negativa de los acreedores a refinanciar préstamos, así como la exigencia de que la deuda se cancelara con los activos de los Estados deudores. Durante el Proceso de Reorganización Nacional la deuda externa argentina había pasado de 7875 millones de dólares al finalizar 1975, a 45 087 millones de dólares al finalizar 1983. Por otro lado el retraso salarial y la pobreza, que había aumentado del 5 % en 1975 al 37 % en 1982 (datos para el Gran Buenos Aires),anticipaban grandes presiones sociales.
Plan Austral
En febrero de 1985 Alfonsín reemplazó a Grinspun por Juan Vital Sourrouille con el fin de implementar una política económica que atacara frontalmente la inflación. El 14 de junio Alfonsín y Sourrouille anunciaron por televisión la puesta en marcha del Plan Austral, por el que se creaba una nueva moneda, el Austral. El Plan Austral funcionó ese año en octubre la tasa de inflación mensual fue del 2 %, una tasa inusualmente baja desde 1975. La inflación no pudo ser controlada y de hecho tuvo un aumento. En el año 1984 alcanzó el 688 %. En enero de 1985 el ministro de Economía Bernardo Grinspun fue reemplazado por Juan Surrouille. El 14 de junio de ese año éste puso en marcha el Plan Austral.Se le quitaron tres ceros a la moneda cambiándole la denominación, pero no el respaldo. Se anunciaron medidas de ajuste fiscal y una meta de déficit para el año.
En 1987 la inflación comenzó a ascender y los precios relativos de cada sector comenzaron a verse afectados, situación que se vio agravada por la gran caída de los precios de los productos argentinos de exportación (40 % en el período). El gobierno anunció entonces una flexibilización de las estrictas normas de congelación de precios establecidas un año atrás que no dio gran resultado. El programa terminó cuando hacia 1988 un rebrote inflacionario forzó a crear un nuevo programa, conocido como «Plan Primavera», que no lograría evitar la escalada de precios.
El Plan Primavera duró poco. Los operadores cambiarios lo rechazaron, no generó confianza y adicionalmente a comienzos de 1989, el Banco Mundial suspendió su ayuda a la Argentina. En abril de 1988, Argentina entró en moratoria del pago de su deuda externa. Durante mayo de 1989, el tipo de cambio -que oficialmente se encontraba fijo- se elevó de 80 a 200 australes por cada dólar estadounidense -equivalente a una abrupta devaluación mensual de un 150 %- lo que naturalmente tendió a acrecentar en gran medida las ya de por sí fuertes presiones inflacionarias.
Como corolario del proceso o fenómeno inflacionario, las tasas de interés subieron de forma descontrolada y las reservas de moneda extranjera del Banco Central comenzaron a descender de manera preocupante a medida que vendía dólares en un infructuoso esfuerzo por intentar mantener el valor o poder adquisitivo del austral.
En agosto de 1988 se lanzó el llamado Plan Primavera que no trajo alivio alguno. Una severa crisis eléctrica producto de falta de inversiones se desató en todo el país y, en consecuencia, afectó la actividad industrial y causó malestar en la población. Argentina experimentó su peor crisis energética de su historia. Los cortes masivos, que se extendieron por más de cuatro meses. Durante la crisis energética el gobierno alfonsinista declaró asuetos administrativos, hubo canales de TV operando sólo cuatro horas diarias, bancos trabajando de 8 a 12. La escasez de electricidad había comenzado en abril de 1988 por lo que se realizaron cortes de luz rotativos de cinco horas por turno en ese mes. Por el faltante energético, en diciembre se restringió a los espectáculos deportivos, la prohibición de la iluminación con fines ornamentales y la supresión de los trabajos nocturnos. La falta de energía eléctrica afectó también el abastecimiento del agua. Fue así como Obras Sanitarias de la Nación tuvo que distribuirla en tanques a las zonas del Gran Buenos Aires. Se atribuyó la crisis a la «falta de inversiones en materia de generación, expresando que en el período 1984-87 las inversiones en generación alcanzaron a 28 millones de dólares estadounidenses cuando en realidad deberían haber sido alrededor de 250 millones.
Por su parte, los sectores económicamente acomodados tendieron a retirar sus depósitos de los bancos, retuvieron los dólares obtenidos mediante sus exportaciones y a propósito retardaban el pago de sus respectivos impuestos.
El 5 de febrero, el ministro Juan Vital Sourrouille, el presidente del Banco Central, José Luis Machinea, y el secretario de Hacienda del Ministerio de Economía, Mario Brodersohn, resolvieron aplicar cambios en la política económica. Para ello dispusieron decretar un feriado bancario por 48 horas. Ante los rumores de inestabilidad, se inició una corrida masiva hacia el dólar. La inflación, que en febrero de 1989 era del 9,6 % mensual, alcanzó 78,4 % en mayo. En julio fue nombrado Javier González Fraga presidente del Banco Central de la República Argentina, por decreto del presidente Menem. La pérdida del valor de la moneda,sumado a la pérdida del valor de la moneda Austral, llevada cabo por el Banco Central en 1989, el dólar subió el 2.038% En abril fue nombrado, por decreto, presidente del Banco Central de la República Argentina por el presidente radical Raúl Alfonsín, el actual diputado Javier González Fraga su política al frente del Banco Central llevó a la Hiperinflación argentina de 1989.durante su gestión se desató la hiperinflación de 1989/90, que tuvo implicancias económicas porque afectó a todo el sistema productivo y sociales, deterioró las condiciones de vida de los sectores más vulnerables de la comunidad; alto endeudamiento externo e interno, estancamiento, escasa inversión en bienes de capital e infraestructura y un grave desequilibrio fiscal. La perdida del valor de la moneda por la devaluación llevada cabo por el Banco Central en 1989, cuando estalló una hiperinflación del 3.079 % anual. Ese año el dólar estadounidense subió el 2.038 %. Paralelamente se desataron una serie de manifestaciones y saqueos de supermercados, entre los meses de mayo y de junio de 1989, durante los últimos meses de la presidencia de Raúl Ricardo Alfonsín. Los mismos fueron causados por la rampante hiperinflación y la carestía de comida.
Los primeros disturbios comenzaron en Rosario -la tercera ciudad más grande del país tras el Gran Buenos Aires y el Gran Córdoba– cuando varias personas comenzaron demandar que algunos supermercados repartiesen comida gratuitamente. No obstante, rápidamente se extendieron hacia otras ciudades, incluyendo el propio GBA. El gobierno argentino estableció el estado de emergencia, más de 40 personas fueron arrestadas y por lo menos 14 murieron (20 según informes extraoficiales).
Tras ser removido del Banco Central Gonzales Fraga fue nuevamente convocado como asesor del ministro de Economía Antonio Erman González y puesto nuevamente al frente del Banco Central en marzo de 1990. En su segunda gestión se opuso a la convertibilidad e impulsó el tipo de cambio libre y flotante.
Durante su presidencia, el Banco Central disolvió su Centro de Estudios Penales, creado por el penalista David Baigún, entre cuyas finalidades estaba la realización de investigaciones sobre los delitos financieros y tareas de prevención delictiva. También se modificó la normativa que se aplicaba para el control del lavado de dinero.
Tras unos meses de nueva gestión, sus medidas volvieron a desatar un nuevo proceso hiperinflacionario en el 91. Meses después el economista Jorge Born sindicó a Fraga como responsable de la segunda hiperinflación. En enero de 1991, tras la renuncia de Fraga, se estableció la convertibilidad del peso con el dólar estadounidense a la que él se oponía.
fuente: wikipedia