El especialista en Educación Gustavo Romero analiza la reacción de la escuela ante las presiones de los padres en medio de la pandemia.
“Que los alumnos estén fuera de la escuela generó una reacción de los sistemas escolares muy eficientista. Pretenden darle continuidad a una normalidad que está tambaleando”, asegura Gustavo Romero, profesor de Matemática, especialista en Educación y miembro del proyecto Pansophia.
La comunidad educativa vive una revolución en medio de la epidemia de Coronavirus. Alumnos con tareas interminables, padres haciendo malabares para ayudar a sus hijos, docentes sobrapasados, plataformas virtuales desbordadas y escuelas temerosas de perder su ingreso se conjugan en un combo que parece al borde de la explosión.
“Estamos en una situación absolutamente disruptiva y sin antecedentes en el mundo. Nunca hubo tantos alumnos afuera de la escuela como en este momento, según datos de la UNESCO el 87% de los estudiantes no asiste a clase”, comenta Romero.
-¿Cuáles son los primeros inconvenientes que surgen con el nuevo esquema de clases “virtuales”?
-Los inconvenientes cambian según los sectores. En los colegios de alto poder adquisitivo hay muchas presiones de las autoridades y de los padres para que los maestros den tarea. En escuelas muy conocidas, a partir de los reclamos de los padres para que bajen el precio de la cuota, las autoridades comenzaron a presionar a los docentes para que mantengan a los alumnos en actividad constante.
¿Son eficaces los barbijos para prevenir el contagio de Coronavirus?
-¿Cómo funciona el esquema en los sectores medios y medios bajos?
-En muchas casas hay adultos que no saben cómo hacer para conjugar el tiempo y el espacio que necesitan sus trabajos, el que necesitan sus hijos, y el tiempo de recreación, que también es importante.
Estamos atravesando una situación muy especial a partir de la pandemia que nos angustia a todos. A los educadores, a los padres y a los chicos. No entra en la cabeza de nadie poder cumplir con la currícula como si todos estuviésemos en condiciones habituales.
-¿Qué otra función de la escuela se resintió con la pandemia?
-Otra de las aristas de esta disrupción es que quedaron a la vista algunas funciones de la escuela que están semiocultas en lo cotidiano, como las funciones de cuidado y alimentación. Muchas de las quejas que leemos en redes pasan por las dificultades para trabajar y cuidar a los chicos en casa, más que por lo que van a dejar de aprender por no asistir a la escuela. Los adultos deben resolver qué hacer con los chicos que normalmente entre las 8 y las 16 hs están dentro de los edificios escolares.
-Con la modalidad virtual, ¿se flexibilizó el “horario de atención”?
-Es otro de las cuestiones que aportan al desborde. Muchos docentes que se desayunaron con que las actividades virtuales llevan mucho más tiempo de preparación que las presenciales. No es lo mismo usar recursos virtuales como apoyo al trabajo en el aula que planificar la educación a distancia, porque tienen lógicas que son distintas. Nos encontramos con docentes que reciben consultas las 24 horas, cualquier día de la semana. Tenemos que incorporar límites y buenas prácticas de trabajo virtual.
-¿Con qué otros inconvenientes se encontraron?
-Además de las limitaciones técnicas también nos encontramos con limitaciones didácticas relacionadas con la concepción de cómo los chicos aprenden, en mi caso, matemática. El aprendizaje requiere del debate entre los estudiantes, la formulación de conjeturas y la validación y eso hace que las propuestas de aprendizaje en matemáticas a distancia sean muy limitadas para ayudar a construir un razonamiento.
-Da la impresión de que el sistema está en situación de alarma, ¿es realmente así?
-La forma de sobrellevar este momento requiere muchísima calma y mucha reflexión sobre lo que nos enseña esta situación. Yo trabajo en una escuela secundaria que empezó muy paulatinamente a elaborar propuestas de educación a distancia. Creo que es un acierto. No le podemos sumar más angustia a la situación.
-¿La educación virtual es igualadora de los alumnos?
-Los “tecno-gurúes” prometían que las tecnologías traerían un acceso igualitario al saber. Lo que se ve en todo el mundo en estos días es que el pasaje a la virtualidad profundizó las diferencias sociales. Se puede ver en los problemas y en las propuestas. En las escuelas con alumnos de alto poder adquisitivo hubo propuestas de clases sincrónicas como videos online, ese tipo de iniciativas se pueden llevar adelante si tenés un contexto social que te permita hacerlo.
-¿Cuál sería ese contexto? -Estas propuestas sirven cuando los alumnos tienen cuartos para ellos, un dispositivo propio, una buena conectividad y demás. Para las poblaciones de menores recursos las opciones de conectividad no son las ideales, o comparten con la familia un mismo espacio, y muchas veces con dispositivos no tan aptos para algunas tareas, como el celular.
Si bien la batería de propuestas están a disposición, no están realmente disponibles para todos. ¿Qué hubiese pasado en los últimos 4 años si se hubiera sostenido el plan Conectar Igualdad? Con la mejora que hubo de conectividad los alumnos de educación media estarían trabajando de otra manera. Estas diferencias hubiesen podido tamizarse un poco.
-¿Es un problema argentino o una cuestión mundial?
-Esto no pasa únicamente en Argentina, también sucede en los países centrales. En la Argentina el Ministerio de Educación mostró una capacidad de reacción importante, no le suelta la mano a aquellos que no pueden acceder a los contenidos virtuales. Pusieron a disposición cuadernillos para distribuir hechos por especialistas de UNIPE y habrá contenidos relacionados en radio y televisión.
-¿Cómo tienen que ser las herramientas para que la educación de calidad sea accesible para todos?
-Está todo por hacerse en este nuevo escenario porque las herramientas virtuales deberían servir para reducirlas. Las tecnologías cambiaron y seguirán cambiando. Incluso la escuela, que es una tecnología. Pero lo que no se puede negociar es el ideal pansofiano: todo el saber humano tiene que ser para todos los seres humanos.
-¿Estas herramientas van a reemplazar a la escuela?
-Hay ciertas cuestiones que ya no tienen vuelta atrás en el vínculo con lo tecnológico. Pero también la cuarentena realza el valor de algunas cosas que suceden en el aula y van más allá de los contenidos. El afecto y los lazos también son necesarios para aprender en el sentido amplio de la palabra.
-¿La situación desatada por el Coronavirus sirve para avanzar en el plano educativo?
-Acá hay una oportunidad que no se ve en el medio de la vorágine. Vale la pena parar y preguntarse: ¿Qué estamos aprendiendo? Cada institución tiene que aprender de esta experiencia, del alumno que no puede aprender por el contexto, del docente que se satura.
Hay también, creo, una revalorización del rol docente después de mucho tiempo de asedio de percepciones negativas. Un reconocimiento a su saber específico, que queda oculto detrás del debate publico y que no hace a lo que está pasando dentro del aula.
FUENTE: LAPOLITICAONLINE