Falta una semana exacta para el cierre de listas, y Cristina Kirchner monitorea nombre por nombre a los candidatos del Frente de Todos, concentrándose especialmente en las 8 provincias -entre ellas Tucumán- que renuevan senadores nacionales.
Se huele un panorama electoral gris para el PJ, que a fin de año lo dejaría con el quórum complicado en el Congreso. La vicepresidenta quiere ubicar gente de confianza para limitar los riesgos.
En el caso de Tucumán, el quiebre del PJ preocupa a los armadores cristinistas, liderados por el ministro del Interior, Wado de Pedro.
“Cristina quiere asegurarse una senadora y un diputado bien kirchneristas en Tucumán”, señaló uno de los operadores.
En ese sentido, se pretende ubicar a la actual diputada Mabel Carrizo, esposa del camporista Jesús Salim, como segunda candidata a senadora nacional, y llevar como segundo diputado nacional al actual jefe de la Anses en la provincia, Marcelo Santillán.
El esquema pensado en Buenos Aires, y considerando las exigencias del cupo femenino en la conformación de las listas, dejaría liberado el primer casillero de senador para un manzurista (Pablo Yedlin), y el primer casillero de diputados para una jaldista (Gladys Medina).
Creen desde las oficinas porteñas que de esa forma se podría evitar el riesgoso enfrentamiento dentro del peronismo tucumano.
Por más que la competencia se dirima en las PASO, los dos sectores saben que el que pierda en setiembre luego pondrá “el freno de mano” en la elección decisiva de noviembre.
Hoy son pocas las expectativas para un acuerdo, aunque existen intermediarios que caminan entre la Plaza Independencia y la avenida Sarmiento.
Las hachas de guerra ya fueron desenterradas.
La Casa de Gobierno quiere dejar bien en claro que tiene todo el poder en la provincia. Y desde el jaldismo admiten que se puede negociar una lista en común, pero que no trabajarán para que Yedlin gane ahora una elección crucial y se convierta casi automáticamente en el delfín de Manzur para gobernar desde 2023.
fuente:contexto