La diatriba de que si Osvaldo Jaldo debe asumir o no como gobernador interino ante la licencia de Manzur, es nefasta para los tucumanos. Lo que dice la ley primera debe cumplirse.
La pequeñez moral, ética e institucional de algunos políticos tucumanos es deplorable al querer cuestionar la legitimidad política e institucional de Osvaldo Jaldo para asumir el Poder Ejecutivo Provincial .
Aquí no se trata de dirimir en el barro la interna de un partido , sea cual sea, sino de cumplir lo que dice la Constitución Provincial de la provincia de Tucumán en el art 87l, el Vicegobernador es el “reemplazante natural” del gobernador . Luego, en el artículo 91, se establece el mecanismo de cobertura del mandatario ante casos de ausencia. “En caso de muerte, renuncia, enfermedad, ausencia u otro impedimento del Gobernador, sus funciones serán desempeñadas por el Vicegobernador hasta el cese del impedimento, cuando fuese temporal, o hasta completar el período constitucional por el que fueron electos, cuando el impedimento fuese permanente”, se lee en la misma.
Pretender otra cosa es alterar el orden democrático y constitucional de Tucumán, y en estos momentos asumir posturas febriles y trasnochadas para cuidar el “ espacio político propio” en desmedro de la alteración de toda la sociedad, no corresponde.
Es hora de que los políticos y la dirigencia toda de Tucumán estén a la altura de las circunstancias , sino la decadencia será prominente también en el orden institucional, y desvalorizara lo logrado por Juan Manzur , tanto en las elecciones con su triunfo para su partido, como el importante y destacado cargo que le fue conferido por las máximas autoridades de la nación.