Evangelio según San Mateo 11,16-19.
‘¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!’.
Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: ‘¡Ha perdido la cabeza!’.
Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras”.
Comentario
En este pasaje del Evangelio Jesús les reprocha a aquellos que escuchaban su predicación y veían su conducta, que nada de lo que él hiciera les parecía bien: acusaban a Juan de “que no come ni bebe” y a Jesús de ser un “comilón y bebedor”. Por ello, Jesús terminará remitiéndose a sus “obras” (v. 19): serán ellas las que acrediten la verdad de su ser y de su misión.
En ocasiones nuestro corazón puede llegar a asemejarse al de estos contemporáneos del Señor, si en nuestro corazón no tenemos la profunda determinación de cumplir la voluntad de Dios. Si carecemos de esa disposición interior nunca serán suficientes las luces en la oración ni los argumentos que nos ayuden a seguir el querer divino.
Por el contrario, cuando en verdad queremos que la voluntad de Dios se cumpla en nuestra vida qué fácil brotan en nuestra oración determinaciones de arrancar aquello que no va y que sabemos que ofende a Dios. Y también surgen los deseos de crecer en generosidad y en el amor a Dios; tendremos las luces suficientes para entregarnos del todo al querer de Dios.