Bloquean la frontera con Estados Unidos y varias ciudades canadienses desde el 28 de enero. Conflictos similares estallaron en Australia, Estados Unidos, Alemania, Francia y Nueva Zelanda. Tienen el apoyo de la extrema derecha y los grupos conspirativos como QAnon
Comenzó hace dos semanas como una protesta de unos camioneros en Ottawa contra las restricciones de la pandemia. Se negaban a cumplir con la vacunación obligatoria para todos los que entran desde Estados Unidos a Canadá. Pronto, los bloqueos se extendieron por varias ciudades canadienses e interrumpieron el tráfico en los principales puentes por donde pasa el comercio entre los dos países. Los grupos negacionistas y conspirativos de la extrema derecha estadounidense se movilizaron y recaudaron casi ocho millones de dólares para apoyar la protesta. Y comenzaron a producirse manifestaciones espejo en Australia, Nueva Zelanda, Alemania, Francia y Bélgica. Los camioneros estadounidenses ya anunciaron una caravana similar que partirá este fin de semana desde Sacramento, en California, hasta Washington D.C. con la misma demanda de “terminar con las restricciones sanitarias”. El movimiento contra la ciencia se expande por el mundo.
Los múltiples bloqueos en algunas de las rutas más transitadas de la frontera comienzan a afectar fuertemente a la economía de ambos países. Están interrumpiendo las cadenas de suministro de las principales empresas automovilísticas. Hay fábricas cerradas. El gobierno canadiense dice que la protesta “está amenazando la economía del país y el comercio con Estados Unidos”, su mayor socio comercial. Los fabricantes de automóviles, que ya sufren una escasez mundial de semiconductores necesarios para el funcionamiento de sus coches, se están viendo especialmente afectados por el cierre parcial del puente Ambassador, que une Detroit (Michigan) con Windsor (Ontario), y por donde pasa aproximadamente un tercio del comercio entre ambos países. Los camiones cruzan el puente cada día en ambas direcciones, transportando mercancías por valor de 300 millones de dólares, de los cuales aproximadamente un tercio están relacionados con la industria del automóvil, uno de los principales empleadores a ambos lados de la frontera. Ford Motor Company anunció que las plantas de Oakville y Windsor estaban funcionando a capacidad reducida. Toyota dijo que se vio obligada a detener la producción en sus tres plantas canadienses durante el resto de esta semana. Y G.M. informó que había cancelado dos turnos en una fábrica en Lansing, Michigan, donde se producen vehículos utilitarios deportivos, y que cerrará las factorías si continúa la falta de suministros.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, advirtió que las protestas estaban socavando la economía canadiense, y reiteró su repetido llamamiento para que terminen los bloqueos. Su gobierno está en jaque desde los dos extremos, los que le piden mano dura y que termine con los bloqueos a la fuerza y los que creen que hay que terminar con cualquier restricción de la pandemia. Por su parte, Jen Psaki, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, dijo que el bloqueo suponía un riesgo para la industria automovilística estadounidense dada la importancia del puente internacional como conducto para los principales vehículos y piezas. Agregó que la administración Biden también estaba siguiendo las posibles interrupciones de las exportaciones agrícolas estadounidenses desde Michigan a Canadá, y trabajando estrechamente con los funcionarios de aduanas para encontrar rutas transfronterizas alternativas para minimizar el impacto en la producción y en los automovilistas que dependen del puente para llegar al trabajo. “Estamos muy centrados en esto”, dijo Psaki. “El presidente está centrado en esto”.
Detrás del movimiento se encuentra una larga lista de militantes de la extrema derecha y los antivacunas. El llamado “convoy de la libertad” fue organizado en un principio por James Bauder, un reconocido teórico del movimiento “conspiracionista” QAnon quien asegura que el Covid-19 es “la mayor estafa política de la historia”. El grupo de Bauder, Canada Unity, sostiene que los mandatos de vacunación y los pasaportes sanitarios son ilegales en virtud de la Constitución de Canadá y el Código de Nuremberg -código de ética médica sobre la experimentación con seres humanos-. Tamara Lich es otra de las organizadoras clave del movimiento. Fue secretaria general del partido Maverick, una formación de derecha fundada en 2020 que promovía la independencia de las “Praderas canadienses” (los estados de Alberta, Saskatchewan y Manitoba). También está el líder del Partido Popular de Canadá (PCC), Maxime Bernier, un polémico ex canciller y ministro de Defensa que abandonó al partido Conservador para fundar su agrupación de extrema derecha.
Entre los camioneros que no dejan de hacer sonar sus estrepitosas bocinas durante todo el día, hay banderas confederadas -símbolo histórico de los esclavistas ahora utilizada por los movimientos pro trumpistas-, así como carteles con el rostro de Romana Didulo, una activista canadiense de QAnon que pidió “la ejecución militar de los médicos que vacunan a los niños”. También banderas de grupos neonazis, algunas con esvásticas, y carteles con imágenes del primer ministro, Justin Trudeau, y la leyenda: “se busca por crímenes de lesa humanidad”.
En Estados Unidos, el ex presidente Donald Trump y el fundador de Tesla, Elon Musk, un opositor a los mandatos de vacunación, se han pronunciado en apoyo de los camioneros. También, los ultraconservadores presentadores de Fox News, Sean Hannity y Tucker Carlson. Figuras como Michael Flynn y el abogado Lin Wood, importantes impulsores de la mentira del fraude electoral de 2020 difundida por Trump, también han elogiado el convoy. El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) hizo este panorama de la situación: “El principal convoy saldrá esta semana desde California y sus organizadores tienen el propósito de afectar el Super Bowl (se juega este domingo en el SoFi Stadium de Inglewood) y el discurso del Estado de la Unión del presidente Biden ante el Congreso pleno del 1 de marzo”.
En Francia, varios “Convoi de la Liberté” se organizaron en Niza, Bayona, Brest y Perpiñán. Pretenden llegar a París, donde la policía ya anunció que les impedirá la entrada al centro de la ciudad. Los servicios de inteligencia franceses concluyeron que detrás de estas caravanas están los mismos líderes de “los chalecos amarillos” que comenzaron con una protesta por el aumento de los combustibles y terminaron con manifestaciones muy violentas contra el gobierno de Emmanuel Macron. Marie Le Pen, la líder del ultra-derechista Frente Nacional ya se pronunció a favor del movimiento. En Bélgica, la situación es similar y el gobierno anunció que reprimirá a cualquiera que quiera bloquear los accesos a Bruselas.
Los planes del nuevo canciller alemán, Olaf Scholz, de hacer obligatoria la vacuna impulsó un movimiento de protesta a nivel nacional. Se organizaron movilizaciones y marchas por todo el país de las que participaron decenas de miles de personas y ahora se están sumando grupos de camioneros que apoyan a sus colegas canadienses. Por detrás están varios grupos neonazis y el partido antiinmigrante Alternativa por Alemania (AfD), pero también grupos de extrema izquierda, esotéricos y ecologistas. “Es una rara mezcla que resiste la vacunación”, explicó al New York Times, Oliver Nachtwey, sociólogo de la Universidad de Basilea. “Es un movimiento nuevo y sorprendente porque conecta dos extremos muy separados: gente que tiene un origen alternativo y que quizá haya votado antes a los Verdes o a la izquierda, y gente que está en la derecha dura”. Alemania, que cuenta con una tasa de vacunación del 69%, tiene la mayor proporción de personas sin vacunar en Europa central, y su resistencia organizada contra las vacunas es la más fuerte del continente.
La policía neozelandesa desalojó por la fuerza a los cientos de manifestantes que acampaban frente al edificio del Parlamento en Wellington para protestar contra el mandato de la vacuna y en apoyo al movimiento de los camioneros canadienses. Los activistas cantaron la haka maorí (danza tradicional de desafío) antes de enfrentarse con violencia a los uniformados. Hubo decenas de detenidos, entre ellos varios activistas de la extrema derecha. En Australia se produjeron protestas similares, con miles de manifestantes reunidos en Canberra desde la semana pasada con banderas canadienses y el apoyo de parlamentarios de la extrema derecha que, incluso, escoltaron para que no fuera arrestada una activista que exigía que el primer ministro Scott Morrison fuera enviado “a la horca”.
En un entorno político global cada vez más polarizado, los camioneros canadienses se convirtieron en una instantánea causa a defender e imitar por millones en el mundo. La extrema derecha –en algunos lugares acompañada por la extrema izquierda- busca recovecos para difundir sus ideas conspirativas. Creen que es un “invento” el dato científico de que una persona que no esté vacunada tiene un riesgo de muerte 14 veces mayor al de una persona vacunada. Y disfrazan de “libertades individuales” su negacionismo. La pandemia hizo resurgir un movimiento anticientífico que parecía olvidado en la historia y los camioneros canadienses pasaron a ser sus “héroes”.
fuente:INFOBAE