Cabe recordar que la mujer estuvo, hasta hace poco, en estado crítico de su salud mental. Según relató, miembros de su familia la hostigaron a través de los medios. Por su caso están imputados: Luis, Nelly, Lucía y Eduardo Grimaldi.
Compartimos el comunicado de Elba Barraza:
Me es imposible no estar indignada por las persecuciones de mi hermano Luis Grimaldi y su esposa, hace tiempo que se ensañaron con mi única hija.
El Ministerio Público Fiscal es el primer responsable de que este matrimonio que poseen medidas de prohibición de acercamiento y abstenerse a realizar actos intimidatorios de manera directa e indirecta hacia mi persona, siguen incumpliendo la orden de un juez, siguen con el hostigamiento.
Estas personas solicitan a la Fiscalia que prohíban que los medios de comunicación sigan viralizando mi causa.
Creo que se deben sentir acorralados y necesitan parar esto.
La justicia de hoy es una de las peores injusticias que puede existir.
Por otro lado comunico que los avances en la causa por abuso sexual con acceso carnal y privación ilegítima de la libertad son buenos pero lentos. Junto a mis abogados estamos exigiendo la prisión preventiva para todos los acusados.
Aprovecho para anunciar la próxima concentración en tribunales penales (Sarmiento y Laprida) el día 06/09 donde estaré acompañada por Cyntia Orquera ya que ese día se cumplirá 10 años del homicidio de su hijo, donde uno de los condenados por este caso es un de mis hermanos, también imputado por mi causa.
La noche en que Cinthia Orquera recibía la noticia de que su hijo había perdido la vida a tan temprana edad y de manera tan injusta, coincidía con algo que estaba sucediendo en Villa Mariano Moreno: Eduardo Grimaldi se escondía en casa de su madre.
Allí, en ese domicilio, vive hace 43 años Elba Barraza, media hermana de Eduardo y otros tres hijos del primer matrimonio de su madre: “A mi padre no lo conocí, fui reconocida por el apellido de mi mamá”, relata.
“Yo hoy en día soy compañera de lucha de Cinthia Orquera, la madre del jovencito que fue asesinado por mi hermano. Y quiero hablar de las más de 48 denuncias que tengo hechas en mi vida y de cómo mis cuatro hermanos me arruinaron la vida. Necesito que se eleve a juicio cuanto antes”, dice, según publica el sitio eltucumano. “Mi infancia casi no la quiero recordar pero toca hacerlo. Fue muy triste, el mayor de mis cuatro de mis hermanos tenía 18 cuando yo nací y el menor 13. Cuando era niña pasaba mucho tiempo sola, porque mi mamá trabajaba y coincidió con una época en la que ella vivió con alcoholismo. Ahí comenzó todo mi maltrato”.
“Uno de mis hermanos estaba condenado en una colonia de menores en Villa Muñecas por haber empujado a su propio padre a las vías del tren. Cuando cumplió 18 años se escapó a Buenos Aires y nunca más se supo nada de él. Él que ahora está preso, previamente ya había pasado un año y medio en Villa Urquiza por violación, yo era chica, me llevaban a visitarlo junto a mi mamá, y cuando salió de esa cárcel los amigos que hizo adentro iban a mi casa, fueron épocas horribles”.
Actualmente, Elba lleva adelante una causa en la que denuncia a sus cuatro hermanos y a uno de sus cuñados por los abusos y por privación ilegítima de la libertad: “Desde los 20 años tomo medicación psiquiátrica porque tengo un tumor en la cabeza. Ese tumor es provocado por tantos golpes que sufrí. Cuando yo tenía 27 años, en el año 2000, muy cansada después de una golpiza y una pelea me fui de casa de mi mamá. En ese momento yo robé un Rolex de oro, me lo llevé. Por supuesto que mi hermano lo había robado también, ¿cómo un zapatero iba a tener ese reloj?”, se pregunta la entrevistada.
En esos momentos, con la ayuda de un conocido, Barraza empeñó el reloj en una casa frente a la Plaza Independencia y alquiló una habitación en la zona del Bajo. Lamentablemente, su libertad duró solamente tres semanas pues la policía la detuvo aparentemente por pedido de sus hermanos y asegura que pasó una noche en el calabozo: “Estuve sin comer, sin dormir, y al otro día el oficial dándome todo un discurso y una lección de que esas cosas no se les hacen a los hermanos. Me llevaron a la Regional Norte y me pegaron diciéndome que entregue el reloj y las escrituras de la casa que me había llevado. Yo ahí empecé a gritar y gracias a Dios llegó el comisario de esa regional y preguntó qué pasaba. Comencé a decir todo lo que sufría y mis hermanos dijeron que no era cierto, que yo era rebelde, enferma… Me mandaron con ellos. Yo en ese momento era muy débil emocionalmente, nadie me creía cuando decía que me golpeaban, de la comisaría me mandaban a la casa con mis hermanos y eso volvió a pasar. Ese día, me llevaron a su casa a la tarde y ahí estuve tres meses encerrada, esto fue en enero del 2000, estuve hasta abril sufriendo mucha violencia y sin poder salir”, cuenta, sobre la denuncia por la privación ilegítima de la libertad.
En mayo de ese mismo año, Elba recibió la visita de su mamá, quien decidió enviarla un poco más lejos, directamente a Quimilí (Santiago del Estero), en donde una de sus hermanas era rectora de un colegio: “Ahí trabajé un año de mucama para ella, yo le rogué a mi mamá ayuda y que quería estar con ella y me trajo a Tucumán”. En ese momento, la vida de esta tucumana cambiaba para siempre cuando quedaba embarazada de su primera hija, ya a los 30 años. “Siempre se encargaron de que yo no tenga relaciones sanas con nadie, ni con novios o amigos, espantaron y alejaron a cualquiera que se me acercaba. Pero cuando quedé embarazada les resulté una vergüenza por ser mamá soltera”, remarca, contando que previo a esto sufrió dos abortos involuntarios, cuyas gestaciones habrían sido producto de los abusos.
“Embarazada de cuatro meses me patearon, y ya cuando tuve a mi hija en los brazos una vez recién llegada del sanatorio donde tuve la cesárea, me empujaron contra una puerta que se rompió el vidrio y me lastimó la mano”, confiesa.
“Yo tuve una vida muy triste, rodeada de golpes y abusos, nunca estudié nada ni trabajé, nada era normal para mí. En mi adolescencia no salía nunca, no me dejaban hacer nada, ni siquiera sé lo que es ir a una fiesta de 15. Recién cuando tuve a mi hija mi mamá entendió que ya era hora de que salga y pude entrar gracias a un conocido a trabajar dentro de la sede de Claudio Viña del 2011 al 2014. Mi mamá es la guardadora legal de mi hija Ángeles, porque ella nació con una escoliosis congénita que debía ser operada y le dio la obra social mi mamá. Hoy en día ella está bien y en la facultad, siempre agradeceré a mi madre. Pero en las redes sociales ellos dicen que soy una mantenida y cosas así, que nunca trabajé, que me quedé con la casa, y en eso se atajan para atacarme”, añade.
“Mi hija fue creciendo y ella misma vivió hechos de violencia. Mi hermano le pegó una vez y lo denuncié, lo terminó admitiendo. Para mí mi dolor era normal, era lo que me tocaba, eran las cosas que las tomé como parte de mi vida. En terapia recién pude ver después de años que no era normal, y Dios quiso que a pesar de mis tres intentos de suicidio yo hoy estuviera acá porque lo que quiero pedir realmente es justicia, que se les de castigo. Si yo denuncié esto en el 2020 fue porque mi hija se cansó de ver tanta violencia, ella me acompañó después de verme tirada en el piso en el 2019, me convenció y me acompañó a hacer esta denuncia en la OVD” nos revela, sobre su decisión de denunciar después de muchos años.
Cuando esta mujer de 49 años pudo leer sobre las amenazas que denunciaron estar viviendo integrantes de la familia Orquera tras la sentencia a los Grimaldi, además de las fervientes defensas de otros miembros de la familia en las redes, decidió acercarse a Cinthia Orquera, contarle su historia y ponerse de su lado: “Yo misma me contacté con esta mujer y declaré a su favor. En el juicio de David Orquera uno de mis hermanos sale con rasgos psicópatas. Fue algo muy cruel lo que pasó con ese chico. Después del asesinato mi hermano se vino a resguardar por seis meses esa noche, después de matar se escondieron en mi casa por meses. Hoy por hoy la quiero alquilar porque me trae muchos malos recuerdos, mucho dolor. Es una casa del horror para mí. Llegué acá teniendo seis años. Mi infancia fue difícil y no es fácil recordarla, y mucho menos es fácil para las víctimas hablar y más aún después de tantos años. Me da tristeza y mucha vergüenza contar todo”, explica.
Hace un año y tres meses que Elba no ve a su mamá, pues tiene una orden de protección en su contra: “Mi madre tiene 90 años, yo era la que la cuidaba. El año pasado se me venció mientras la bañaba y se quebró el tobillo, la llevé al sanatorio así la veían. Pero eso fue lo mejor que les pudo pasar a ellos porque me demandaron por maltrato y mi mamá ahora vive con mi hermana. No la puedo ver ni acercarme. Ya se hizo ese juicio y salió todo a mi favor, estoy esperando que levanten la orden de restricción para volver a verla ya que ella misma admitió que vive con su hija y su hijita (así le dice a su nieta), además de que mi madre me pidió disculpas ya por no haber hecho nada ante tanto maltrato que sufrí y por sus años de ausencia. Yo no la juzgo, entiendo que todos somos sus hijos”.
“Hoy quiero que se conozca mi historia porque quiero un juicio justo como lo pide el fiscal, para que se dictamine una sentencia justa, porque tengo todos los derechos de la víctima. Quiero que se castigue y bien. No que se den un par de años nomás, porque yo viví todo un horror, una vida de horror. Hoy en día hay miles de leyes a favor de las víctimas pero seguimos solas, hostigadas, seguimos siendo víctimas quienes estamos mal emocionalmente. Quiero que lo poco que me queda de esperanza sea depositado en la justicia. Yo no voy por odio, no tengo sentimientos por ellos ni nada, me quitaron todo. Lo único que me queda es esperanza, que se pueda llegar a este juicio en diciembre y que sean castigados como tienen que ser. Yo voy a aceptar lo que la justicia diga, no como ellos que piden justicia para que liberen a un asesino en las redes. Mataron a un chico de un tiro en la cabeza, abusaron mujeres, no puede ser que sean tan impunes y que su propia familia en vez de darse cuenta, los defiendan”, remarcó.
Por último, Elba quiere dejar en claro un concepto muy triste para quienes lean la información: “Los hermanos, los padres, los abuelos y los tíos también te abusan, también te violentan, también te golpean. No es normal y hay que denunciar y pedir justicia”.
fuente: contexto