Con la llegada de diciembre se acerca la fecha en la que grandes y chicos disfrutan de esta tradición en todo el país
Con la llegada del último mes del año inicia la cuenta regresiva para las fiestas de Nochebuena, Navidad y Año Nuevo. El calendario de festividades inicia con el 8 de diciembre, día en que se arma el arbolito de Navidad, la fecha en que, según la Iglesia, fue concebida María, la madre de Jesús, que nació un 8 de septiembre.
En Argentina, esta fecha es un día no laborable, ya que se celebra la Inmaculada Concepción de María, y en 2023 cae viernes, por lo que se habrá un fin de semana largo de tres días. El armado del arbolito de Navidad es una instancia ideal para aprovechar en familia, ya que tanto chicos como grandes disfrutan de esta tradición en todo el país.
Sin embargo, cabe aclarar que la Inmaculada Concepción y el montaje de árboles navideños son dos tradiciones distintas que coexisten durante las festividades de diciembre, pero entre ellas no hay una relación directa. Pese a lo que pueda creerse popularmente, la celebración de la Inmaculada Concepción de María no tiene vínculo con el concepto de la concepción virginal de Jesús.
Por ello, no debe confundirse la concepción virginal de Jesús en el seno de María, con la concepción Inmaculada de María, que significa que María fue concebida en el seno de su madre Ana sin el pecado original.
Hace más de 200 años que se instauró la tradición navideña en la Argentina. El primer árbol data de 1807, construido por un irlandés en una plaza pública. Había llegado a América Latina proveniente de Estados Unidos y decoró el pino de acuerdo a la costumbre arraigada en su país de origen.
Las tradiciones navideñas que conllevan la decoración de un árbol de Navidad el 8 de diciembre tienen su origen en antiguas costumbres paganas adaptadas al cristianismo. La costumbre se relaciona con celebraciones pre-cristianas en las que germanos y escandinavos festejaban el 26 de diciembre el natalicio de Frey, deidad del sol naciente, asociada también con la lluvia y la fertilidad.
En dichas celebraciones paganas, se adornaba un árbol perenne, simbolizando al Yggdrasil, un elemento central en la mitología nórdica que representa al árbol del universo. La conmemoración empezaba la noche del 25 y concluía con la llegada de los primeros rayos del sol el 26 de diciembre, momento en el que la comunidad se reunía alrededor del árbol sagrado.
Es así que la tradición de embellecer un árbol durante las festividades de fin de año se ha transmitido a lo largo de los siglos, experimentando una recontextualización en la época cristiana que ha llevado a la costumbre actual de armar un árbol de Navidad. La práctica se ha difundido a nivel mundial, convirtiéndose en un icono de la celebración navideña contemporánea.
Si bien hay una amplia variedad de adornos, ya que cada comunidad adopta esta tradición según sus costumbres, hay algunos adornos del árbol de Navidad que son más frecuentes:
Bolas navideñas: las pequeñas bolas de colores simbolizan las manzanas del paraíso que habitaron Adán y Eva antes de cometer el pecado original.
Guirnaldas: aportan un toque festivo y elegante al árbol. Pueden ser simples o con adornos adicionales.
Estrellas en la cima: simbolizan la estrella de Belén. Es un elemento tradicional que completa la decoración del árbol.
Campanas y cascabeles: aportan un sonido festivo a la decoración. Su brillo metálico complementa otros elementos.
Luces navideñas: son otro elemento esencial para cualquier árbol de Navidad. Representan velas, la luz de Cristo, el vínculo de unión entres las familias y las personas. Ayudan a crear la atmósfera mágica de la temporada. Pueden ser de colores blancos cálidos o brillantes tonos multicolores.
Adornos especializados: son una forma única y personal de decorar el árbol. Pueden ser fotografías familiares, nombres grabados o creaciones hechas a mano. Los adornos personalizados añaden un toque especial y sentimental al árbol.