¿Son Jesús Busto y Mónica Costilla narcotraficantes o sólo actuaron como “mulas” para traer a la provincia droga por encargo de un tercero? Esa es la pregunta que trata de dilucidar por estas horas la justicia federal con asiento en Santiago del Estero, donde permanecen detenidos ambos.
El en Delfín Gallo y ella en Los Aguirre llevaban una vida privada de lujos, alejada de lo que habitualmente se ve en quienes decidieron salir de la pobreza por el atajo que ofrece el tráfico de drogas.
Esto llevó a los investigadores a sospechar que los 120 kilos de marihuana con los que fueron sorprendidos intentando entrar a Tucumán por Las Cejas, son en realidad de otra persona, tal vez un narco enquistado en la política, con la influencia necesaria para ayudar a Busto a ingresar al Siprosa.
Por ahora la teoría no puede ser confirmada por el testimonio de los detenidos, porque ambos se negaron a declarar. Esto debilita las afirmaciones de la madre del joven, Celia Sánchez, quien asegura que su hijo se limitó a acompañar a su amiga en un viaje del que no conocía los detalles.
La fiscal Ileana Garzón esperaba que como ambos carecen de antecedentes penales, uno de ellos al menos se acogiera a la figura del arrepentido para colaborar con la causa, con lo cual su situación procesal hubiera mejorado considerablemente.
Pero por el momento ambos guardan un silencio que no hace más que incriminarlos y dar por tierra con la encendida defensa que la señora Sánchez hace de su hijo, apuntando a su compañera de viaje. Asegura que deberían apuntar a ella, que no actuó bien y que debería decir que su hijo no tiene nada que ver.
Mientras tanto, los investigadores están revisando los registros de viajes para ver si hubo algún otro similar al que terminó con el hallazgo de la droga en el baúl del Chevrolet Onix. Y también de los celulares de ambos, para ver con quien hablaron en las horas previas a su detención.