No tiene contacto con ningún otro preso. Revisan absolutamente todo lo que lee y regulan las visitas familiares o de sus abogados de manera discrecional. Cómo es la celda en la que pasa sus días el preso político más emblemático de Venezuela
El presente del líder opositor es duro. Confinado a lo que alguna vez fue la torre de castigo del penal militar de Ramo Verde, no tiene contacto con ninguno de los otros 180 presos.
Su abogado, Juan Carlos Gutiérrez, explica que es un edificio de cuatro pisos separado del resto del presidio. Durante un año y seis meses, fue el único interno recluido allí y luego alojaron a otro reo, un militar, pero tampoco tiene contacto con él.
Duerme en una celda de 2 por 3 metros donde a las 19:30 le cortan la luz y lo encierran hasta la mañana siguiente. Luego tiene acceso a otro espacio similar donde tiene utensilos para cocinar.
Experimenta una censura total de su material de lectura. “Es absurdo, pero le prohíben leer libros de aves venezolanas, por ejemplo; o revistas de economía internacional o deportes acuáticos”, grafica el defensor.
Lo obligan a desnudarse cada vez que sale de su celda. Las conversaciones con su abogado no son confidenciales, graban absolutamente todo lo que conversan.
Sus defensores pueden verlo una hora al día de lunes a jueves, y de viernes a domingo pueden visitarlo sus familiares. Sin embargo, todos coinciden en que el ingreso es absolutamente discrecional. “Su detención es retaliativa, es un acto de venganza, una reacción ilegal del gobierno venezolano”, insiste Gutiérrez. Su defensor asegura que el opositor vive en “condiciones sistemáticas de violación de derechos humanos”.
“Una que otra vez lo bajan al patio y alguna vez fue a misa”, describe su madre, Antonieta de López, quien, a pesar de todo, ve a su hijo fuerte. “Leopoldo ha aprovechado esto para crecer espiritualmente, ha leído muchísimo, ha crecido intelectualmente”, cuenta con admiración.
Cada vez que se acercan fechas significativas, la familia denuncia episodios violentos. “El temor existe, quién sabe qué van a hacer”, dice su madre y, quizás para tranquilizarse, se contesta: “No pueden contra miles de personas; el pueblo va salir a la calle; nosotros vamos a ir a la marcha. Vamos a protestar porque estamos en una dictadura”.
Es que su hijo ya está acostumbrado a las reacciones. “Nosotros, su familia, deberíamos poder verlo todos los fines de semana. Pero de los 1.000 o 1.080 días que lleva preso, ha pasado la mitad castigado sin razón”, explica Antonieta. “Llegamos al portón y nos dicen que por órdenes superiores está castigado”.
Indignada, compara la situación con el período en el que Hugo Chávez estuvo preso. “Lo encarcelaron por un intento de golpe de Estado que dejó 200 muertos y tenía cualquier cantidad de visitantes haciendo cola para verlo, hasta la televisión entró”, se queja.
Su abogado explica que esas represalias que esperan casi resignados pueden ser una requisa violenta en su celda o que se le incaute algún material de lectura… “Actos de tortura psicológica a los que es constantemente sometido”.
El defensor no descartó que la decisión del Tribunal Supremo de cerrar su caso el jueves pasado, ratificando así la condena a casi 14 años de prisión, sea parte de esas consecuencias. “El aniversario y la reunión de su mujer, Lilian Tintori, con el presidente de los EEUU también pueden haber molestado”, desliza.
¿Cómo sobrevive?, con un plan que él mismo se diseñó. “Desde que llegué a Ramo Verde entendí que mi principal terreno de lucha estaba en mi estado de ánimo y en mi mente. El aislamiento es una prueba de uno con uno mismo. Pasar todo un día, una semana, un mes, dos meses, cinco meses, solo con uno mismo es un desafío a la estabilidad mental y emocional de cualquier persona”.
fuente:INFOBAE