El ajuste sobre el salario y los despidos son las expresiones más nítidas del ataque contra los trabajadores
Causas del paro este jueves 6 de abril.
La inflación se come el salario: en el primer año de Cambiemos el salario perdió poder de compra. En 2016, el Índice de Precios al Consumidor en la Ciudad de Buenos Aires (por el “apagón estadístico” todavía no hay datos anuales del Indec) fue 41 %. Otras estimaciones indican 43 % de inflación. ¿Qué pasó con los salarios? Se incrementaron 35 % promedio entre los trabajadores registrados. Pero hay ramas de la actividad donde la brecha entre salarios e inflación es más pronunciada. Ni que decir que entre los trabajadores no registrados (en “negro”) la pérdida salarial es superior.
El Gobierno pretende poner un techo en la paritaria de este año de 18 % o 19 % a los estatales y unos puntos más a los privados cuando la inflación se estima que de mínima estará en 25 %. Además, quiere que los trabajadores den por olvidada la pérdida del poder de compra del salario ocurrida durante el año pasado.
La canasta familiar de un matrimonio con dos hijos costaba $ 21.746 en diciembre de 2016, según datos oficiales de la Ciudad de Buenos Aires. Con la inflación corrida desde entonces su costo llega a cerca $ 23.000. La gran mayoría de los argentinos está bien lejos de alcanzarla: según Indec, en el total de los aglomerados urbanos relevados, el 50 % de los que tienen un ingreso percibía menos de $ 8.000 en el tercer trimestre de 2016. El macrismo quiere consolidar estos salarios de miseria.
Está planteado pelear por paritarias libres y sin techo, ajuste automático de salarios por la inflación y un salario mínimo igual a la canasta familiar.
Despidos y suspensiones: AGR-Clarín, Atanor, Task Solutions, Puma, Sancor, Moño Azul, Textil Neuquén, Easy Cencosud, más de once mil estatales despedidos en la administración pública nacional y otros miles en la reparticiones provinciales y municipales. Suspensiones en Volkswagen Córdoba y Pacheco. También en General Motors. Son unos pocos ejemplos del ataque al empleo.
La última gacetilla del Ministerio de Trabajo exhibe una pérdida de 43.679 puestos de trabajo registrados en enero comparado con diciembre de 2016.
Cuando se observa sólo el empleo privado registrado, en enero último la caída es de 34.673 puestos en relación a diciembre de 2015. Los números de Macri (como los del Indec de Guillermo Moreno) dan positivo en relación al momento del inicio de su mandato cuando se incorporan el empleo público, monotributistas, monotributistas sociales o autónomos. Es decir, que se está o frente a un proceso de precarización acelerado o de distorsión de la información estadística.
Pero varias estimaciones privadas afirman que los despidos, considerando además de los registrados a los trabajadores en “negro”, que no se reflejan en las estadísticas, superan los 200 mil.
Según el Indec, en el cuarto trimestre de 2016, el 7,6 % de la Población Económicamente Activa (PEA) estaba desocupado. Se trata de casi un millón de desocupados en los aglomerados relevados por Indec, cifra que se expande hasta casi 1,5 millones cuando se considera todo el país. Incluso las cifras de desocupados no captan los desalentados que ya no buscan trabajo. No sólo eso. Un 7,2% de la PEA está subocupada. Es decir, son asalariados que trabajan menos tiempo del deseado. En paralelo hay un tercio de los trabajadores con sobrecarga de trabajo y más de 45 horas semanales.
El gobierno quiere tener un “ejército” de desocupados para ejercer una presión permanente sobre los que tienen empleo para imponer que acepten el ajuste. Las patronales gestionan las horas de trabajo en función de sus ganancias, subempleando a un sector y sobrecargando de horas de trabajo a otro, e imponiendo la miseria a todos.
Hay que decir “familias en la calle nunca más”, que se imponga el reparto de las horas entre todas las manos disponibles para que nadie se quede sin trabajo. Además, para no dejar la vida en las fábricas y lugares de trabajo. Como plantea el PTS en el Frente de Izquierda, que trabajemos todos 6 horas diarias, 5 días a la semana.
Trabajo en negro, precarización y flexibilización: existe un 33,6 % de trabajadoras y trabajadores que están en “negro” (no registrados). Es un tercio de la fuerza laboral que no tiene aportes jubilatorios, obra social, licencias ni ningún derecho de convenio. Ni siquiera el derecho a una indemnización frente al despido. El macrismo tiene como uno de sus principales sindicalistas aliados a Gerónimo “Momo” Venegas del gremio de trabajadores rurales, donde el trabajo en “negro” alcanza récords mundiales.
La vulnerabilidad también llega a los que trabajan con contratos precarios, situación que el kirchnerismo mantuvo inalterada y de la que se aprovechan las patronales y el macrismo para despedir, como hizo con miles de estatales.
La fórmula del oficialismo para que llegue la postergada “lluvia de inversiones”, además de atacar el salario, es impulsar cambios en los convenios colectivos siguiendo el “modelo” Vaca Muerta, aumentando la flexibilidad.
Los trabajadores en “negro” y precarizados ni siquiera entran en el radar de la burocracia sindical y sus tibias demandas. Hay que exigir su regularización. Para los precarizados reclamar el pase a planta permanente con todos los derechos del convenio más favorable de la actividad económica en que se desempeñan.
Una máquina de crear pobres: la “pobreza cero” fue una consigna electoral de Macri. Pero el ataque sobre el salario y el empleo arrojan cada vez más familias obreras a la pobreza. Los datos dados a conocer por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA indican que hay 1,5 millón de nuevos pobres y 600 mil de nuevos indigentes desde la asunción del Gobierno de Cambiemos. Sumados a la “pesada herencia” que dejó el kirchnerismo, la población pobre en los aglomerados relevados por el Indec supera los 8 millones. Incluso son más cuando se considera todo el país.
Sigue el impuesto al salario: las decisiones en favor de los empresarios fueron tomadas a una velocidad negada a los reclamos obreros, como la exigencia de la anulación del impuesto al salario, una promesa del Macri candidato que “olvidó” el Macri presidente. Las leves modificaciones de ese impuesto realizadas hacia fin del año pasado en el Congreso sólo tuvieron lugar después de una crisis luego de la demagógica iniciativa opositora. Hoy cerca de un millón de asalariados siguen sufriendo ese robo al salario. El salario no es ganancia.
Un gobierno de ricos para los ricos: la “revolución de la alegría” sólo beneficia a una minoría: los terratenientes que viven su fiesta de las cuatro por cuatro; las multinacionales exportadoras de productos agrarios con una cosecha histórica; el capital financiero internacional con la escalada de la deuda y la “bicicleta financiera” que habilitó el Banco Central en beneficio de los especuladores; la bolsa porteña que cada semana alcanza un nuevo récord; las privatizadas de los servicios públicos que celebran los tarifazos; los industriales que piden más flexibilización laboral para bajar los “costos” laborales.
Son los ricos que están vaciando el país: entre las ganancias de las multinacionales y la fuga de “burguesía nacional”, entre otras salidas de capitales, casi U$S 32 mil millones se fueron del país en 2016. Es el equivalente a más de 1,6 millones de salarios anuales de $ 23.000 al mes (aguinaldo incluido).
Macri dice que no entiende las causas del paro. Para la clase trabajadora sobran los motivos para hacer un paro contundente que le ponga un freno al macrismo y las patronales.
fuente: laizquierdadiario