Carlos Marcovich, de 61 años, se hizo famoso en 2000 al ser acusado de haber quemado a un linyera para que todos creyeran que él se había quitado la vida. En 2003, después de haber sido condenado a prisión perpetua, huyó y se mantuvo prófugo más de cinco años. Fue recapturado y trasladado al penal de Villa Urquiza. Ahora vuelve a ser buscado por la Policía. Habría abusado de una niña en la misma casa donde cumplía el arresto domiciliario que le otorgó la Justicia.
La madre llevó a la pequeña el martes a la casa de su ex pareja para que la cuidara (hijo de la pareja de Marcovich). Este, según trascendió, le pidió a su madre -pareja del condenado-, que se hiciera cargo de la niña de 10 años, que tiene retraso madurativo. Por la noche, la progenitora la buscó y la llevó a su casa.
Cuando la bañaba, descubrió que la nena tenía sangre en una pierna. Le preguntó qué le había pasado y la pequeña le contó que Marcovich la había llevado a una pieza del fondo y que había abusado de ella.
La mujer llevó a la víctima de urgencia al hospital del Niño Jesús. Los médicos la revisaron y le confirmaron que había sido víctima de un ataque sexual y, como indica el protocolo, le exigieron que realizara la denuncia ante la Policía. La madre le contó a su ex lo que había sucedido y fueron a recriminárselo a Marcovich. Al parecer, después de negar la acusación, el hombre tomó sus cosas y se marchó, pese a que se encontraba con arresto domiciliario que le había concedido la Sala I.
El fiscal Carlos Bonari, después de investigar el caso, pidió su detención, planteo que fue aceptado por el juez Víctor Manuel Pérez. Personal de la división Seguridad Personal fue a buscarlo, pero no lo encontró alli. Los policías también visitaron las casas de sus familiares y en todos lados les dieron la misma respuesta: “no vino por aquí y no lo vemos desde hace mucho tiempo”.
Sorpresa
Los vecinos del barrio donde se produjo el abuso se mostraron sorprendidos. Sí reconocieron que la noche del martes escucharon un griterío y que vieron salir a Marcovich con algunas pertenencias, con rumbo desconocido. También explicaron que la familia sabía quién era el hombre, puesto que había iniciado la relación sentimental con la abuela de la víctima antes de que saliera de la cárcel.
“En el barrio se rumoreaba quién era, pero no se hablaba mucho. Parecía un buen hombre, jamás nos imaginamos que podía hacer algo así. Evidentemente es una persona enferma que con el delito que cometió no volverá a salir más de la cárcel”, dijo Luciana, una vecina.
Según confirmaron fuentes policiales y judiciales, el condenado había accedido a este beneficio en 2009. Lo habría solicitado por cuestiones de salud, planteo que finalmente fue aceptado por el tribunal que lo condenó después de haber recibido los informes médicos.
Lo que no se informó oficialmente es si se le había asignado una custodia policial permanente o si los uniformados hacían controles de rutina. “La verdad es que nunca vimos un policía parado en la puerta o que venga un patrullero. Sí puedo asegurar que no salía casi nunca y que era bastante conocido en la zona”, señalóJuan Carlos, otro vecino.
Las mujeres del barrio consultadas por LA GACETA dijeron que era un hombre que siempre las trataba con respeto y muy simpático. Esa misma personalidad le describieron durante el juicio en el que fue condenado.
“No quiero quedar como la vieja chismosa del barrio, pero algo debe haber tenido ese señor. Desde hace varios años que su pareja le da un hogar, le cocina con la comida que ella compra y además lo viste. No cualquier mujer se aguanta esta situación y más en los tiempos en los que vivimos”, dijo Juana.
Los investigadores esperaban que los vecinos y allegados les aporten un dato concreto que les permita dar con el hombre que está acostumbrado a evadir a la Justicia. Lo hizo cuando cometió el crimen, después de haber sido condenado y ahora, que debe afrontar un nuevo cargo en su contra.
Cometió el crimen para saldar deudas y huir con una amante
Fue un caso digno de una novela policial negra. El 26 de abril de 2000, el cuerpo calcinado de un hombre apareció a la par de un Renault 9 en la zona de La Aguadita, a la vera de la ruta 305. Por los papeles y documentos que se encontraron en el lugar, en un primer momento, se pensó que se trataba de Carlos Marcovich
Pero con el correr de las horas el caso tomó un espectacular giro. La esposa no reconoció el cuerpo y, al poco tiempo, la supuesta víctima del crimen se presentó en la Justicia diciendo que lo habían secuestrado para robarle y que después, por miedo, se ocultó. Sin embargo, luego se descubrió que el cadáver era de Juan Carlos Carrizo, un indigente que conocía a Marcovich y que era alcohólico.
El ex fiscal Héctor Abraham Mussi, con el transcurso de la investigación, planteó la siguiente hipótesis. El acusado intentó hacerse pasar por muerto para cobrar un seguro, saldar sus deudas, y huir con una de las al menos cuatro amantes que tenía en esos tiempos.
Durante el juicio que se realizó en 2003, donde se ventilaron los secretos de su vida privada en base al testimonio de todas las mujeres que con las que estaba vinculado sentimentalmente, se comprobó la hipótesis y Marcovich fue sentenciado a prisión perpetua.
Como la condena no había quedado firme, se ordenó que el sentenciado quede en libertad. Antes de que se confirmara el fallo, huyó. Personal de la División Homicidios recibió en 2009 la confirmación de que estaba trabajando en una empresa de Neuquén por los registros que figuraban en la Anses. Allí lo encontraron viviendo en pareja con otra mujer. Pero para detenerlos, los investigadores se tuvieron que hacer pasar por empleados rurales para no ser descubiertos.
“Sabíamos que era un hombre muy inteligente. Que sabía que se lo estaba buscando y que ante cualquier sospecha saldría corriendo, como lo hizo antes y después de ser condenado por la Justicia”, indicó uno de los policías que lo trasladó desde el sur.
Cuando llegó a la provincia fue llevado al penal de Villa Urquiza. Pero, según la información proporcionada por fuentes policiales y judiciales, no llegó a estar encerrado un año. Por problemas de salud, que fueron debidamente confirmados con certificados médicos, se le otorgó el arresto domiciliario. La vivienda que eligió fue la de su actual pareja, la abuela de la niña abusada.
fuente: LA GACETA