El máximo referente politíco del partido provincial PERON, y actual subsecretario de Tránsito y Transporte de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán Enrique Romero se refirio en duros términos a los precandidatos a diputados nacionales por el oficialismo provincial Osvaldo Jaldo y Pablo Yedlin quienes creen manifestó que un pedido de licencia suma transparencia, sin entender que la transparencia en un comicio es no robar votos del cuarto oscuro, no quemar urnas, no adulterar el resultado electoral, no comprar votos, no repartir paco ni bolsones.
Suma transparencia cumplir con el Art. 43° Inc. 3° de La Constitución Provincial, y con el Art. 25° de la Ley 7.876 por los que se institucionalizó el Voto Electrónico desde el año 2006 sin que a la fecha por la corrupción Política Alperovichista no se puso en práctica.
Suma transparencia no ocultar Decretos como la designación de Asesor con rango de Ministro de su mentor José Alperovich; Suma transparencia pagar las deudas por publicidad de las elecciones, como las de Canal 10 de la que se hacían los distraídos.
Suma transparencia no tomar empleados en comunas y municipios con fines electoralistas.
Los candidatos del Alperovichismo son parte de una Gestión que hizo de la CORRUPCION LA RAZON DE ESTADO, y que han dejado como logros de su gestión 700.000 pobres, 22.000 desnutridos, 8.000 tuberculosos, 100.000 desocupados y el 56% de la población sin agua potable y/o cloaca.
Desde hace 13 años entraron en la etapa “de la selección de lo peor”, para vivir la pesadilla de tener que explicar todo tipo de desvíos.
Algunos de estos candidatos jugaron con las necesidades calóricas y proteicas de los desposeídos, a quienes llamarlos indigentes sería jerarquizarlos en la estructura social. No hay mejor manera de arrodillar a un pueblo que subsumirlo en el pantano de la ignorancia, y la pobreza.
Ellos mutaron la democracia en cleptocracia, un gobierno de ladrones de libertades, esperanzas y sueños de vida del pueblo tucumano, para terminar cargando con el estigma de Paulina Lebos, la Familia Marchese y ahora del Padre Juan Viroche.
En síntesis, El Alperovichismo ha sido una enfermedad del poder que pronto va a ser un mal recuerdo, cuyos representantes se imaginan responsables de un peronismo que ni siquiera los considera.