El equipo económico cree que la actividad avanzará 3,5% por la recuperación de Brasil, de la inversión y del consumo; el FMI prevé un alza del 2,5% y los analistas privados del 3,2%
l Gobierno podrá romper este año “la maldición de los años pares” con un crecimiento económico del 3,5% basado en la confianza por la estabilidad política, la recuperación de Brasil y el aumento de la inversión y del consumo. En términos coyunturales, cierto relajamiento de la política monetaria ayudaría a consolidar esta perspectiva, indicó una fuente del equipo económico a LA NACION.
Luego de un 2017 en el que la recuperación rozó el 3% -aunque en el equipo económico no quieren anticipar la cifra final, que se conocerá en septiembre próximo y que definirá si se paga o no el cupón ligado al PBI- ahora la proyección del 3,5% aparece firme para el Ministerio de Hacienda.
Si se confirma la previsión oficial, será el primer año par desde 2010 en el que la economía crecerá y, por lo tanto, se lograrán dos años seguidos de recuperación económica: en 2012 el PBI cayó 1,1%; en 2014, 2,6%; y en 2016, 2,2%.
En Hacienda creen que los motores para sostener la actividad económica -que en los últimos meses se acható en términos desestacionalizados, llevando a que el Gobierno forzara una baja en la tasa de interés para que no se estanque- serán la recuperación de 2,5% en el PBI de Brasil, la leve suba del salario real (1%) y el aumento sostenido del crédito al sector privado.
La alta liquidez que caracterizó al sistema financiero en 2017 ya no jugaría tan a favor, ni el rezago que continúan exhibiendo varios sectores industriales. Pero hay un factor relevante que también jugará en favor de la confianza de los inversores: “Después de las elecciones se despejó la incertidumbre política; la mayoría de los agentes económicos cree que Macri podrá ser reelecto y eso se reflejó en una mejora en el precio de los bonos soberanos: antes, la curva mostraba buenos precios hasta 2019; ahora el plazo pasó hasta 2023”, indicó un calificado funcionario.
Una ayuda fundamental será el escenario internacional: además del rebote de Brasil, se prevé que la economía mundial siga jugando a favor, con tasas de interés que subirán pero en forma gradual. En el informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la Argentina difundido a fines del año pasado, se indica que la economía crecerá 2,5% en 2018, 2,8% en 2019 y 3,1% en 2020, frente a un promedio del 1,5% en el período 2009-2014.
El staff indicó que “se espera que el crecimiento se consolide, la inercia inflacionaria caiga lentamente y el déficit fiscal también lo haga en forma gradual; el consumo privado se fortalecerá en 2018-2019 por la recuperación de los salarios respecto de la caída en 2016”.
Los analistas privados comparten, con matices, el optimismo oficial: el último relevamiento de expectativas de mercado (REM) publicado por el Banco Central indica que esperan un crecimiento económico del 3,2% para 2018 y del 3,3% en 2019. En particular, para este año prevén una recuperación del 0,8% para el primer trimestre frente al último del 2017; un número similar esperan para el segundo trimestre en relación al primero.
Los analistas consultados en el informe FocusEconomics Consensus Forecast pronosticaron un crecimiento del 3,1% para este año (frente al 2,9% del año pasado), del 3,2% en 2019 y del 3,3% en 2020.
La estimación más optimista para este año correspondió a Gabriel Rubinstein, con un 4,1%, seguido por el Kiel Institute, con el 3,9%, y Standard Chartered, con el 3,6%. Del otro lado, el más pesimista fue el estudio ECO/GO, con el 2,1%, seguido por Capital Economics, con el 2,2%.
Los analistas prevén que la mayoría de los indicadores macro se mantengan hacia arriba: el consumo privado crecería el 3,2%, la inversión fija el 8,2%, la producción industrial el 2,8% y el desempleo bajaría del 8,5% del 2017 al 8,1%.
Un analista de un banco privado extranjero brindó un diagnóstico similar: “La economía mantiene su recuperación y eso se refleja en un aumento de los créditos al sector privado, tanto de empresas nacionales como extranjeras”.
Las luces amarillas están correlacionadas: el atraso cambiario, que el Gobierno está intentando reducir en las últimas semanas a través de la devaluación nominal, y el déficit de cuenta corriente, que podría llegar al 5% del PBI este año.
Pero el economista, que optó por hablar en off the record, dijo que “más allá de la mejora en la competitividad por la vía de la devaluación en el corto plazo, la economía no va a crecer en forma sostenida si no mejoran los factores de productividad, algo que el Gobierno está buscando con la baja de los costos no salariales”.
fuente: la nacion