El paro general de choferes de ómnibus, concretado este lunes, sacudió el bolsillo de un sinnúmero de tucumanos.
La mayoría de los ciudadanos consultados coincidieron en que sus gastos se multiplicaron varias veces, en comparación con las jornadas de trabajo habituales.
Aunque algunos se las ingeniaron para ahorrar, hubo quienes llegaron a desembolsar 10 veces más que lo acostumbrado.
María Esther -pidió mantener en reserva su apellido- es empleada de comercio. Cada día, para ir a su puesto de trabajo, gasta unos $50 por los cuatro boletos -dos de ida, dos de vuelta- desde El Manantial, donde vive. El lunes desembolsó más de $ 500, al hacer esos viajes, pero en taxi. Para la empleada de comercio, faltar no era una alternativa: muchos de sus compañeros están de vacaciones y sus jefes la necesitaban detrás del mostrador.
Nancy Costilla, oriunda de Amaicha del Valle, también tuvo una jornada particular. En la madrugada del domingo, bajó a esta ciudad para hacer trámites y algunas compras. Llegó en un “remise rural”. Y el lunes a la mañana se enteró de que los colectivos no iban a circular hasta la noche. Como debía hacer gestiones en Yerba Buena, tomó un taxi. Según Costilla, en total desembolsó unos $500 entre ida y vuelta.
Ella no tenía previsto tal gasto. Así, se quedó prácticamente sin un peso, salvo para el viaje de regreso a Amaicha, otra vez en el “remise rural”. Por eso, Costilla estuvo paseando durante la tarde en el centro, hasta que se hizo la hora de salida del auto.
En busca de ahorro
Los tucumanos que se quedaron sin servicio de ómnibus buscaron la manera de economizar.
Algunos, por ejemplo, prefirieron quedarse a almorzar en el centro y hacer tiempo hasta el turno de la tarde, en lugar de regresar a casa, como es su costumbre. Esta fue la opción elegida por Macarena, Yanina y Jesica. En la media jornada de trabajo que llevaban cuando hablaron, las empleadas de comercio habían gastado cada una $300, entre taxi y comida.
Enrique La Paglia, para asistir a su trabajo, tuvo que organizar los horarios y los traslados con su esposa. “Un compañero me cubrió para poder salir antes del mediodía y volverme con ella”, añadió. Así, pudo ahorrar.
Lourdes y Pablo se desempeñan en un comercio sobre la peatonal Muñecas. Y tuvieron que recurrir a los taxis. Lourdes, que vive al sudoeste de la ciudad, pagó $160; Pablo, que está al límite con Alderetes, unos $120.
Víctor Bazán, empleado de comercio, fue a trabajar en su auto. Gastó $150 para dejar el vehículo en una cochera.
Los taxistas consultados, sin embargo, coincidieron en que el día “estuvo tranquilo”. Adjudicaron esto a las vacaciones y a que el paro había sido anunciado.
A pesar de esto, más de un trabajador se quedó sin el presentismo. Según un sondeo en varios locales, hubo lugares en los que se registró hasta un 30% de ausencias.
FUENTE: CONTEXTO