Las últimas horas en la vida de Boca fueron duras de transitar para los protagonistas. Desde el miércoles, día del golpe duro por la derrota ante River en la Supercopa Argentina, pasando por el jueves, jornada en la que había que volver a arrancar de cero en la vuelta a las prácticas en el Complejo Pedro Pompilio, hasta el viernes, cuando Daniel Angelici los visitó y les dio un ultimátum con respecto a la actitud que aumentó la obligación de ganar la Copa Libertadores. Demasiadas miradas desconfiadas envolvían su presente en la antesala del partido con Atlético Tucumán. Por eso, necesitaba un mimo que lo sacara de ese pozo lleno de desconciertos. Y en Tucumán lo encontró: su cálida llegada y bienvenida fue el motor para cambiar los ánimos de un plantel que, de golpe, perdió mucha confianza.
Lo bonquenses recibieron calurosamente a Boca durante los 15 minutos del viaje en micro que hay desde el aeropuerto hasta el ingreso del Sheraton Hotel.
Cuando bajó del vuelo charter ya había una buena cantidad de hinchas aguardándolos para gritar y cantar por sus jugadores. En la calle, constantes motociclistas con la camiseta de Boca puesta. En la rotonda del Parque 9 de Julio, tan inmenso como el amor de los fanáticos boquenses, también había otra importante cantidad. Pero nada igualó a la euforia que generaron alrededor de 400 hinchas detrás de las vallas en el ingreso al hotel.
Fue una desilusión para ellos ver cómo los futbolistas se dirigieron directamente a sus habitaciones con semejante fiesta detrás de ellos. Sin embargo, en no más de 20 minutos casi todo el plantel bajó y le cumplieron el sueño a todos: selfies tomadas por los propios jugadores y autógrafos en remeras y banderas. Los rostros ya no eran igual al de los últimos días: Tevez y sus compañeros no pararon de sonreír y de hasta recibir el cariño en forma de abrazos y besos.
“Ni nos acordamos de lo que pasó con River”, le dice a la nacion uno de los hinchas que estará presente en el Monumental José Fierro de manera infiltrada: gastó unos 300 pesos y tiene la entrada desde el miércoles debido a “la locura que genera”. Ni siquiera fue necesario el “Dale, Boca, que no ha pasado nada” para levantar al equipo: más bien el “Dale, Booo” y “Boca, mi buen amigo…” fueron los gritos de guerra. Con eso hicieron que algunos jugadores acompañaran con palmas y otros filmaran ese momento desde atrás de las ventanas, como fue el caso de Cristian Pavón y Nahitan Nández.
Tres horas antes de que el plantel arribara, los tucumanos ya habían empezado a concentrarse en la zona. Y el amontonamiento hizo que se cortara la avenida Soldati para que la gente también ocupe el bulevar y una de las veredas del Parque, donde se vendían las camisetas de Boca. Además de quienes tienen la pasión azul y oro exclusivamente, también asistieron hinchas de Atlético Tucumán que simpatizan por la entidad de la Ribera, alguien identificado con la camiseta de San Martín de Tucumán (el clásico de Atlético) con ganas de ver a los jugadores xeneizes y hasta un fanático de Independiente que admira a la hinchada de Boca y se acercó para ver al plantel.
Los jugadores se contagiaron del calor de los tucumanos. Así, el equipo de los mellizos Barros Schelotto intentará que el tropezón con River no frene su recorrido tan efectivo rumbo al bicampeonato en la Superliga. Para dejar atrás lo que pasó fue fundamental el apoyo que recibió. Ahora deberá asumir la obligación y devolverles tanto amor brindado.