Las fuerzas de seguridad de Ezeiza capturaron al profesional denunciado por su Colegio.
La biografía del escribano tucumano Juan Carlos Benedicto sumó otro capítulo de película la semana pasada, cuando quedó detenido mientras intentaba abordar un vuelo hacia España. Fuentes judiciales confirmaron que las fuerzas de seguridad del Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini (Ezeiza) identificaron a Benedicto en un control y le impidieron seguir adelante puesto que existía una orden de captura dictada en su contra. La noticia de que el profesional intentaba abandonar el país fue transmitida al Juzgado de Instrucción en lo Penal N°5 de esta ciudad, que ratificó el viernes la decisión de traer al notario a declarar sobre la supuesta usurpación del Colegio de Escribanos que protagonizó en 2015. La Justicia local había dispuesto la detención de Benedicto en agosto, tras el fracaso de diferentes notificaciones dirigidas a su domicilio.
La causa penal provincial que impidió al profesional abordar el avión guarda relación con el proceso por delitos de lesa humanidad en el que terminó absuelto en 2013. Benedicto había perdido el registro como consecuencia de su carácter de imputado en la megacausa “Arsenales II-Jefatura II” en virtud de una disposición del Gobierno de José Alperovich. En octubre de 2015 y en el afán de recuperar su registro notarial, el escribano pernoctó en el Colegio. En los hechos, se negó a abandonar la entidad a la que, según dijo, había acudido para prestar juramento convocado por las propias autoridades. Benedicto expresó que ningún integrante de la cúpula directiva se había presentado al acto de restitución de su matrícula. A modo de protesta, el notario se quedó en el interior del edificio y trabó la puerta de acceso.
Las crónicas del conflicto relatan que Benedicto permaneció dos noches atrincherado en la sede con una exigencia: que el presidente Marco Aurelio Padillale tomase juramento como titular de la Escribanía N°4. En el Colegio consideraron que la “toma” era ilegal y que Benedicto, pese a su absolución, no estaba en condiciones legales de tomar posesión de la matrícula. El presidente desmintió que hubiese citado al profesional y precisó que, entre otras falencias, el procedimiento carecía del acuerdo de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán. “El Colegio resolvió interponer los recursos administrativos que correspondan ante el Poder Ejecutivo. Por eso no tomó juramento a Benedicto ni mucho menos lo convocamos a ceremonia alguna. No es un capricho, sino la estricta aplicación de las normas”, explicó Padilla en aquellas circunstancias.
Las tensiones en la casona de la calle Crisóstomo Álvarez 465 llegaron hasta el punto de que el 9 de octubre de 2015 un oficial de Justicia y un guardia de Infantería comunicaron a Benedicto que, si no se marchaba del Colegio, iban a tener que arrestarlo. El escribano terminó por ceder. Al salir a la calle, dijo a la prensa y a los ciudadanos que se habían agolpado para seguir las vicisitudes del caso, que le habían quitado la matrícula de manera irregular (el Registro N°4 figura vacante en la página web del Colegio). Benedicto anticipó entonces que denunciaría a Padilla. En un giro inusitado, el profesional precisó que, en lo inmediato, se iría a pescar.
El tiempo pasó y, cuando parecía que aquella protesta peculiar había quedado en el olvido, el proceso penal abierto en la Fiscalía de Instrucción en lo Penal N°2 de la capital a cargo de Claudio Bonari la revivió. Al parecer, distintos intentos de ubicar a Benedicto para que declarara como imputado arrojaron resultado negativo. Ante esta situación, la jueza Carolina Ballesteros (N°5) dictó la orden de detención y de captura que alertó al personal de Ezeiza y permitió interceptar al profesional, que, en vez de partir al extranjero, en principio deberá volver a su provincia custodiado por la fuerza pública.
fuente:lagaceta