Permitir violentas usurpaciones que despojan a sus dueños de terrenos y casas se ha vuelto una normalidad en todo el país.
Sin duda alguna las usurpaciones masivas y simultaneas en todo el país, están organizadas desde oscuros interereses políticos, usando a personas humildes sin hogar y grupos criminales violentos y si esto fuera poco hay una justicia complice que con su lentitud para desalojar a los usurpadores deja a los propietarios sin herramientas legales para defenderse.
Las usurpaciones organizadas claramente violan el art. 17 de la constitución nacional que protege al principio de la propiedad privada. Literalmente se usa a familias necesitadas de soluciones habitacionales como grupo de choque para que con sus hijos en brazos vayan a usurpar enfrentando en muchos casos a los propios dueños que están en sus terrenos o casas, los políticos no alzan sus voces para pedir que esto se frene con el accionar eficaz de la policía primero y la justicia después, y con ello demuestran claramente su complicidad.
La solución debería venir de la misma política que si ve que hay graves déficits habitacionales tendría que expropiar los predios, urbanizarlos y entregarlos a las familias carentes de viviendas y no seguir creando continuamente VILLAS MISERIAS y ASENTAMIENTOS PRECARIOS que solo sirven para acrecentar el delito en todas sus formas.
La pereza delictual de la política promueve lo mas fácil, que es hacer despojar por la fuerza de sus bienes a quienes muchas veces les costo una vida adquirirlos.
Es necesario alzar la voz y parar esta locura, en Tucuman durante la noche de este lunes se intentaron usurpar casas en Manantial Sur y como no pudieron las quemaron.
Se esta empezando a caminar por la cornisa de la violencia de propietarios que tendrán que estar armados para defender sus inmuebles y herir y matar a personas que por sus carencias son usadas por políticos inescrupolosos , se exige una respuesta urgente de las autoridades o este ocasionara un caos y la perdida de un derechos fundamental como es la propiedad privada. Editor: Juan Rivadeneira