Mariano, el hermano del expresidente Mauricio Macri, lo destrozó en el libro “Hermano”, escrito por el periodista Santiago O’Donnell, que se publicó este viernes (23/10) de la mano de Penguin Random House. Negocios, testaferros, sociedades offshore, operaciones en el dólar Contado con Liquidación (CCL) y cuando se quedó con los negocios del padre tras declararlo insano: “Inexorablemente, si funcionaran las cosas en nuestro país, si tuviésemos un país que nos diera tranquilidad para nuestros hijos y nuestros nietos, y fuera más justo, una persona con determinadas conductas tendría que ir presa y pagar con su libertad”, disparó.
Como presidente, Mauricio siguió haciendo negocios y dejó huellas por todos lados. En el tema de las empresas de energía alternativa, tuve información por parte de Esteban Nofal, un amigote que se vínculo con ellos a partir de la representación de mi hermana y también porque me llevaba cosas a mí. Entabló una relación que él valora con Mauricio y el grupo. Incluso hizo una intermediación en la compraventa de uno de los parques eólicos del grupo y se supone que gano una comisión jugosa.
Esteban estaba en una sociedad que estudiaba muy activamente a las empresas que habían ganado parques en licitaciones. Había analizado muy en detalle a Isolux, una empresa que tenía un problema legal muy fuerte. El gerente general estaba imputado en la justicia. Esteban me dijo: “En los análisis que hicimos, la empresa valía, mínimo, 15 millones de dólares. Y supe que lo llamaron desde Casa de Gobierno y lo apretaron, le torcieron el brazo para que vendiera en 1 millón y medio”. Y la compró Socma. Estas cosas después vuelven por otros lados, esa maniobra que hicieron con la compra de parques eólicos y solares para cumplir con la energía limpia en Argentina que promovía el gobierno de Mauricio. Sabían que podían constituir un consorcio y ganar la licitación, pero que, eventualmente, después iban a tener un serio problema de conflicto de interés y no iban a poder firmar contrato con el poder concedente. Entonces, se hicieron de esos parques para después vender las empresas y poner testaferros en ellas. Lo tuvieron que hacer así porque el conflicto de intereses era muy evidente: es lógico, está favoreciendo a tu familia, a tus hermanos.
En todas esas operaciones de energía alternativas, a nosotros [Mariana, Florencia y los hijo de Sandra] la empresa nunca nos pasaba un papel, solamente información escuetas, muy técnicas, y no presentaban en asociación con quién, cuál era el contrato de asociación, qué ponía cada uno. Y yo después me enteraba porque le contaban a Esteban Nofal. En un momento me dijo que Maffioli le había explicado que Gianfranco se llevaría, de tales y cuales parques, el 85%. Se quería llevar el 85% del negocio. Yo me reí. Son informaciones que nunca nadie presentó. Pero en otro momento, según Esteban, Maffioli y le dijo: “No, bueno, en realidad es un disparate y yo estoy negociando el 50%”. ¿El 50 de qué? Nunca había una explicación de cuánto ponía cada socio o por qué se llevaría qué.
Después surgió en los diarios que había un banco en Luxemburgo que le hizo un préstamo Gianfranco. Y apareció un entramado de empresas en las que el grupo no deja rastro, no pone huellas digitales, pero probablemente las cabezas Socma estuvieron en el armado. Lo que hacen de manera que haya todo un fronting, que no se vea quién está detrás. Figura una empresa con gente que estuvo en otro negocio, en otra cosa relacionada a alguien conocido de Mauricio o a algún campo en el cual él tuvo participación.
La impunidad es lo único que pudo resguardarlos de lo que estaban haciendo. Cuando empezaron a hacer negocios, descubrieron que lo que podían hacer era a través de terceros en vez de dentro de Sideco.
En el caso de los parques eólicos, Gianfranco hizo de testaferro de Mauricio, sin duda alguna. Gianfranco no ha tenido ninguna experiencia ni entidad como para llevar adelante la conducción y el crecimiento de todo el grupo durante los últimos años. Le sirvió a Mauricio como testaferro, y Mauricio encontró en el management su garantía de ejecución. Si él tuviese que recostarse en San franco para la ejecución no estaría para nada tranquilo porque además de no tener experiencia Gianfranco siempre demostró ser muy impetuoso y muy imprudente.
Nicky – Página 90
Mauricio ha hecho muchos negocios en forma oculta, sin aparecer abiertamente en el directorio, en la posición de accionista. Está, por ejemplo, en Mirgor -una empresa de aires acondicionados para autos, que creció de manera desaforada gracias al marketshare [porción del mercado] que tenía Sevel-, en la que metió a los Caputo. Mauricio era el dueño, pero no figuraba.
Él debe haberse avivado cuando vio que otros managers de Sevel hacían sus negocios. Habrá dicho: “¿Por qué no voy a hacerlos yo?”.
Mi viejo sabía y lo permitía en los otros, porque entendía que eran personas clave en la conducción.
Antes de Mirgor, Mauricio tuvo negocios chicos. Cartecolor, ese cartel electrónico luminoso que estaba en la 9 de Julio, sobre un edificio, y con ese ganó su primer millón, su primer palo verde. En un momento dado dijo: “Che, debo tanta plata [a Socma] y la devuelvo”. Y fue porque ese negocio le había redituado mucho. No sé si lo hizo a su nombre, pero Mirgor no. Además, él y Nicolás seguían creciendo en muchas cosas. En algún momento, Nicolás se volvió el número uno del área del grupo Socma porque Mauricio lo puso, a pesar de que el viejo, ya por entonces, tenía una pésima opinión de él: lo veía como un tipo que solo cuidaba su propio interés, alguien mezquino y sin una mirada empresarial. Siempre tuvo una muy mala opinión de él, desde el principio. Se lo fumó, pero cuando tuvo para poner guita a gran escala en los alimentos, agarró el management de Bunge y Born, se llevó a ese equipo ahí y lo desplazó.
No hay dudas de que entre Nicky y Mauricio existe una cofradía. A lo largo de los años, Nicky pasó a ser un testaferro muy fuerte de Mauricio y, a su vez, se habrá independizado mucho. Habrán encontrado un entendimiento entre alguien que devino muy poderoso económicamente, como Nicky, y alguien que también devino muy poderoso, pero políticamente, como Mauricio. Ahí tenés de ejemplo el tema del juego en la ciudad. Lo que escuché es que Cristóbal López estaba muy enojado porque, a pesar de que había puesto mucha plata en la campaña de Mauricio justamente a través de Nicky, terminó yendo en cana durante la presidencia de mi hermano.
Insania – Página 191
Desde el mismo momento en que comenzó el traspaso de Socma, en el 2007, Mauricio y el management empezaron a pergeñar de qué manera sacar al viejo lo antes posible del grupo. Lo querían destituir como presidente. Yo me enteré porque el viejo, que se descargaba conmigo. En ese momento empezó a estar muy mal, a tener picos de agresividad. “No puede ser, ustedes tres están peleando contra mí. Me quieren ver muerto”. La primera vez que hizo esta acusación yo me puse a llorar. Semejante bestialidad. Y después, como yo me había lavado las manos dándoles un poder a Mauricio y Gianfranco, me decía “Poncio Pilatos”.
Durante años repitió hasta el cansancio que lo querían declarar insano. Yo al principio me bloqueaba, no quería perder más energías. En el 2008 Mauricio y Gianfranco citaron a tres médicos. Yo me enteré por un psiquiatra de papá. (Incluso el viejo también se enteró por él). Cuando salió de esa reunión, el psiquiatra lo mandó a hacerse tests para establecer su estado.
Algunos años después, en el 2014, empezó a surgir el tema cuando Gianfranco convocó a los accionistas diciendo que el viejo estaba queriendo cobrar cosas que no le correspondían, que hacía años que no estaba bien y que tenía conductas de una persona fuera de sus cabales. Así supe lo de la reunión con los médicos, entonces fui a ver al psiquiatra del viejo y este me dijo: “No me pidieron específicamente que lo declarara insano”; tampoco a García, el clínico, ni al tercer doctor, que creo que era cardiólogo. “Estaban insinuándolo para ver si nosotros nos aveníamos a firmar un estado de insania”. En ese momento pude confirmar que era verdad lo que decía el viejo, esto de la insania, algo de lo que siempre me acusaba a mí también. Le pregunté al psiquiatra si se había hecho la constatación y el tipo me contó la historieta.
Me dijo que lo primero que hizo después de la reunión con Mauricio y Gianfranco fue practicarle a mi padre todos los test, “a ver si todavía tus hermanos van a ver [un neurocientífico habitué de la televisión], de quien se dice que por un millón de dólares habría firmado testados de insania en cantidad de casos”. “Ah, mierda, me estás jodiendo, ¿en serio?”, le pregunté. “Sí, es famoso”, me dijo. “Tiene una banda con otro psicópata dando vueltas”. Al final, esa movida de mis hermanos nunca prosperó. Que yo sepa, nunca llegó a tribunales. Al viejo los test le dieron bien, pero todo el enfrentamiento lo angustió mucho.
Lo de la demencia fue un invento de mis hermanos. Ellos venían instalando esa idea de hacía rato. Mauricio es el jodido, el Maquiavelo. El tipo está siempre con la última tecnología del mal. Nunca prosperó, no fue un camino que siguieron, pero a papá lo destruyó, porque se quedó patinando en esa zozobra durante años.
La depresión le generó una pseudodemencia senil. Me lo explicó su último psiquiatra, Matías Bonari, tal vez para pegarle un palo merecido al psiquiatra que me había contado la reunión con Mauricio y Gianfranco. Con el viejo deprimido y con una personalidad difícil, no le debe haber encontrado la vuelta; habrá querido encontrársela a través de los medicamentos y punto, pero no tratando de ser más creativo. Me da la impresión de que en algún momento el tipo claudicó. Sobre todo, a partir del episodio de la fractura de la cadera de papá. Uno o dos meses después de la fractura, yo iba a verlo prácticamente todos los días -debió ser en el 2018, un año antes de que muriera- y estaba totalmente ido, dopado, sin voluntad y sin habla. Yo pensé que esa no era la postura ni el comportamiento de alguien con demencia senil sino de alguien sacado de órbita, drogado.
Entonces me puse de culo con ese psiquiatra y llamé a Bonari. Me lo habían presentado mis primos, los Calcaterra, y me pareció un crack. Efectivamente, él me hizo un diagnóstico muy distinto. Me dijo que el viejo estaba deprimido y que tenía un cuadro de pseudodemencia senil. Y que, si no lograba sacarlo de la depresión, con el tiempo terminaría con demencia.
fuente:urgente24