Maximiliano Tejerina, de 31 años, sufrió a los 12 un ataque a balazos que lo dejó sin motricidad fina y sin poder hablar. Se comunica por computadora, pero está comprometido y a punto de graduarse en la licenciatura.
Maximiliano Tejerina no tiene motricidad fina y tampoco puede hablar, ya que sufrió un ataque a balazos que lo dejó con parálisis cerebral desde los 12 años. Sin embargo, su historia tiene un final feliz: es un ejemplo de esperanza y superación.
Maxi, de 31 años, vive en barrio Villa Angelelli, ubicado en el extremo sur de Córdoba. Se comunica mediante una computadora, la cual opera con solo dos dedos y traduce lo que él escribe.
Ninguno de estos impedimentos pudo frenar la fuerza de los sueños de Maxi: Ya logró el título intermedio, está próxima a recibirse de Programador en la Universidad Nacional de Córdoba y también está comprometido.
“Después del accidente fue todo muy difícil. Estuvimos constantemente en rehabilitación y nunca nos dimos por vencidos”, dijo a Cadena 3 Patricia, su madre.
“Todos los años se esforzó por aprender cosas diferentes, pero cuando empezó la escuela arrancó con todo. Tuvo sus altibajos y desánimos, pero salió adelante. Lo hicimos independiente porque no siempre íbamos a estar nosotras para atenderlo”, agregó orgullosa.
Maxi es fanático de la lectura, a tal punto, que cuando estaba en la escuela se hacía “la chupina” para irse a leer textos a una librería. “Siempre, desde chiquito, se destacó por la lectura. Tenía 10 añitos y se había leído la Biblia completa”, relató la madre.
Al terminar la secundaria, Maxi ingresó a la Facultad de Matemáticas, Astronomía y Física de la UNC. Ahí no solo lo esperaba su destino profesional, sino la mujer que sería su compañera por el resto de la vida.
Cursando la carrera de Programador conoció a Elizabeth. “Cuando lo conocí era ayudante alumno. Yo estaba en el cursillo y me ayudó mucho para rendir y entrar a la facultad”, contó la flamante novia.
“Es muy inquieto, si tiene un objetivo, no para hasta conseguirlo”, agregó. Y tal es su fuerza de sus sueños que, a pesar de que Elizabeth sólo lo quería como amigo, logró ganarse su corazón hasta convertirla en su novia y prometida.
Haciendo uso de la computadora, que hoy es su voz en el mundo, Maxi contó a Cadena 3: “La conocí a Eli en la facultad. A mí me encantan los números, las matemáticas. Me inscribí en una ayudantía de alumnos para asistir a los estudiantes en su ingreso y ahí estaba”.
“Era impensable que algún día, a los 27 años, conocería a mi esposa. Ya había perdido la fe. La conquisté con números y perseverancia”, aseveró.
Maxi y Elizabeth están terminando su casa para poder casarse. Recientemente se contactó con un neurólogo de Toronto, quien le prometió que lo va a ayudar mover mejor los dedos con el único objetivo de poder ponerle el anillo de bodas a su mujer.
fuente: cadena3