Fue uno de los símbolos del movimiento Nouvelle Vague de la mano de películas como “Sin Aliento”
La leyenda del cine francés Jean-Paul Belmondo murió este lunes en su domicilio en París a la edad de 88 años. “Estaba muy cansado desde hacía algún tiempo. Se apagó tranquilamente”, precisó su abogado, Michel Godest, a la agencia AFP.
Godest, quien con voz emocionada comunicó la noticia en el canal televisivo BFMTV, señaló que su muerte era “una pérdida para toda Francia”.
Apodado en el mundo del cine como “Bébel”, Belmondo participó en películas inolvidables como “À bout de souffle” (“Sin aliento”, “Al filo de la escapada”) de Jean-Luc Godard, o “L’homme de Rio” (“El hombre de Rio”).
Su participación en la película de Jean-Luc Godard, lo convirtió en una de las principales figuras del movimiento cultural francés conocido como la Nouvelle Vague. Se convirtió en una leyenda con más de 80 películas de muchos géneros, incluidas comedias y thrillers.
Además, participó en muchas de películas a las órdenes de Vittorio de Sica o Angès Varda.
Ganó el Premio César 1989 al mejor actor por la película “El imperio del león” (1988), premio que rechazó. En 2016 ganó el León de Oro a toda su trayectoria en el Festival Internacional de Cine de Venecia.
Nacido el 9 de abril de 1933 en Neuilly-sur-Seine, un suburbio acomodado de París, Belmondo se crió en una familia de artistas. Su padre de origen italiano era un reconocido escultor.
Tras algunos filmes como principiante, fue Jean-Luc Godard, el papá de la Nouvelle Vague, quien detectó su talento y le confió en 1960 el papel protagónico junto a Jean Seberg de “Á bout de souffle” (Sin aliento), antes de “Pierrot el loco”.
Su decisión de seguir una carrera en el cine comercial y de alejarse del cine-arte le generó críticas de que había desperdiciado su indiscutible talento, algo que siempre negó.
“Cuando un actor tiene éxito, la gente le da la espalda y dice que ha tomado el camino más fácil, que no quiere esforzarse ni correr riesgos”, dijo Belmondo.
“Pero si fuera tan fácil llenar los cines, entonces el mundo del cine estaría en mucho mejor estado de salud de lo que está. No creo que me hubiese mantenido en el foco durante tanto tiempo si hubiera estado haciendo cualquier basura antigua. La gente no es tan estúpida”, agregó.
Belmondo trabajó con varios de los grandes directores como François Truffaut, Louis Malle o Claude Chabrol en los años 60.
“La sirena del Mississippi”, “Une femme est une femme” o “El ladrón de París” fueron algunos de sus filmes más destacados de esa época.
Poco a poco se fue especializando en papeles de seductor y aventurero caradura, incluso de gánster, aprovechando su físico de ex boxeador y su sonrisa contagiosa, en filmes como “El Magnífico” , “Borsalino”, “El Profesional”, “El hombre de Río” o “El clan de los marselleses”.
En estas películas destacó realizando sus propias escenas de acción, sin dobles, lo que realzó aún más el espíritu aventurero.
Había sufrido un derrame en 2001 y su salud fue muy delicada desde entonces, pero se recuperó tras una larga convalecencia y pudo recuperar buena parte de su cuerpo, además de su famosa sonrisa burlona.
Conocido como “el actor más feo del cine francés”, supo explotar su nariz desviada -consecuencia de la práctica juvenil del boxeo- con una irresistible personalidad que le daba un tono seductor que marcó a toda una generación de admiradores.
Fue quizás la estrella más popular de los años 60 y, sin embargo, nunca había buscado ese destino: “Quería ser payaso, siempre iba al circo. Fue solo eso lo que me gustó. Boxeo y circo”, aseguraba.
Su último trabajo fue en 2009, cuando participó en la película “Un homme et son chien” (Un hombre y su perro) de Francis Huster.
fuente:infobae