La zona era considerada de alta peligrosidad cuando la Villa Piolín, un asentamiento tristemente célebre, estaba enquistada en el corazón del cuadrante formado por las avenidas Adolfo de la Vega, Mate de Luna y Colón con la Calle Lavalle. Un emprendimiento inmobiliario hizo que los habitantes de la villa de emergencia fueran reubicados, pero la inseguridad siguió presente, y ahora se ensañó con una contadora que fue salvajemente golpeada por motochorros.
Ocurrió en la esquina de Crisóstomo Alvarez y pasaje Benjamín Paz, donde Patricia Sánchez tiene su estudio, al que llegó como siempre, estacionando su auto en la vereda, bajo la sombra de un árbol, para dejar algunas pertenencias antes de seguir camino hacia la escuela donde cumple funciones como docente.
En esas circunstancias, la mujer fue sorprendida por los ladrones, cuando uno de ellos se bajó del rodado y, casi sin mediar palabras, la atacó brutalmente tomándola del cabello y golpeándola en la espalda mientras la revisaba para tratar de obtener algo para robar. Finalmente logró arrancarle una pulsera de oro.
Los gritos de la víctima alertaron a un vecino, que salió para intenter socorrerla, lo que aceleró la fuga de los motochorros. Cuando los familiares de la contadora llegaron para asistirla, advirtieron que la pérdida material no fue peor porque Patricia había alcanzado a dejar en el estudio la computadora, el celular y algo de dinero que llevaba consigo.
Lo más grave resultó ser la agresión física, que agravó una dolencia que arrastra la profesional en la zona lumbar, además de la sensación de terror ante la impunidad con la que llegaron, actuaron y se fueron los ladrones, en una zona en la que los vecinos creyeron alguna vez que el avance inmobiliario iba a ponerlos a salvo de la inseguridad.
fuente:contexto