
Con fuerte apoyo de estructuras nacionales, peronistas locales y por supuesto el radicalismo, el hombre del sur tucumano buscara conquistar la máxima investidura en la provincia.
El peronismo gobierna Tucumán desde hace 24 años ininterrumpidamente, por el sillón de Lucas Córdoba pasaron Julio Miranda, José Jorge Alperovich por tres periodos y Juan Manzur por dos periodos.
El peronismo no solo ocupo los cargos de Gobernador y Vice, sino la mayoría de las intendencias y casi absolutamente todas las comunas de la provincia. Su armado territorial en el Este tucumano le permitió ganar las últimas elecciones, la Capital siempre esquiva le es difícil de conquistar.
Durante estos 24 años, el peronismo dejo de ser místico y se convirtió en una billetera gigante que compra dirigentes, como un mercado de pases políticos, ya no existe la militancia, existen solamente los dirigentes que tienen contención.
Desde el propio partido reclaman espacios, dijeron: “Nos dejaron aquí y nunca progresamos a un cargo electivo”, es verdad cobran un sueldo o tienen contención, pero nula proyección política.
Pero el mayor problema que tienen los herederos de Perón en la provincia, es un grave vicio que la sociedad cada vez rechaza más y es el nepotismo flagrante de sus dirigentes, se suceden los cargos con los hijos, las esposas, los hermanos.
Roberto Sánchez sabe todo esto, ahora la pregunta es: Sabrá capitalizar esta bronca; tendrá propuestas claras y concretas; Sánchez no es muy empático, casi no habla. Para poder convencer a los tucumanos que es mejor a la oferta Jaldo- Manzur, tendrá que hablar y sus propuestas ser serias y con contenido. Sino el recambio tan esperado en materia política en la provincia, que permitiría un real ejercicio de la democracia con nuevos dirigentes y políticos en los cargos quedara solo en una utopía que muchos creen posible.