Buenos Aires, 26 de julio de 1952. La ciudad se sume en el silencio mientras escucha el comunicado oficial por el cual “cumple la Subsecretaría de Informanciones el penosísimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20:25 horas ha fallecido la Señora Eva Perón, Jefa Espiritual de la Nación.”
Del silencio surgieron llantos profundos y también botellas de champagne que se descorchaban. Ambos expresaban el amor y el odio que esta mujer encarnaba. El llanto se lanzó a la calle, se mostró al mundo en interminables filas y la acompañó durante el velatorio que duró hasta el 11 de agosto. Los brindis se guardaron para la intimidad…
Unos y otros sabían, desde el puro sentimiento algunos, desde la interpretación racional de la contemporaneidad otros, quién era Eva Perón. Esa tangible realidad que parecía eclipsarse comenzó a tomar forma de mito y quienes no compartimos su tiempo y quisimos conocerla nos enfrentamos a un difícil camino que durante muchos años estuvo marcado por el silencio. “De eso no se habla” no es sólo el título de una película argentina, es también un sino en nuestra historia.
Las obras que sobre ella se publicaron, las películas que se filmaron, las voces que se alzan aún hoy para alabarla o denostarla no hacen sino confirmar que, más allá de las interpretaciones y de la mitología, Eva Perón es una realidad cuya significación histórica nos comprende y nos trasciende.
Si vivir es un permanente elegir y sólo somos definitivamente el día que morimos, aquel 26 de julio de 1952 la niña que 33 años antes había nacido en un pequeño pueblo de la República Argentina había llegado al final del camino que la conducía a ser definitivo: Ser Evita.
Los Toldos
Su historia comezó un 7 de mayo de 1919, cuando Juana Ibarguren dio a luz. La procedían cuatro hermanos: Elisa, Blanca, Juan y Erminda. Su padre, Juan Duarte, había llegado a Los Toldos a comienzo de siglo y arrendado el campo de La Unión con ánimo de prosperar. Sabida era la bondad de las tierras de la zona para la agricultura y la ganadería. Pertenecía a una influyente familia de Chivilcoy y allí tenía, de su unión con Adela D’Huart, varios hijos.
Hombre próspero y de gran prestigio entre los conservadores del momento, patrón de estancia, típico puntero en las lides políticas del momento, fue nombrado suplente del juez de paz en 1908.
Pero 1919 ya no eran tiempos de conservadores. Tras largos años de lucha de características revolucionarias primero y abstencionistas después, asegurado el proceso electoral por la Lay Saenz Peña tras años de fraude electoral, el radicalismo concurre a las urnas y se alza con el poder.
Desmontada por el Dr. Yrigoyen la maquinaria que impedía en las provincias la libre expresión, cae el bastión conservador de la provincia de Buenos Aires. El indendente Malcom, amigo personal de Juan Duarte y a quien éste administraba un campo, es reemplazado por el radical José A. Vega Muñoz.
La estrella de Juan Duarte comenzó a decaer y las dificultades económicas a hacerse presentes. El ofrecimiento de administrar campos en la localidad vecina de Quiroga hizo que se trasladaran allí, donde sólo permanecerían un año. Erminda cursó su primer grado en la Escuela Número 1. No eran aún tiempos de guardapolvo para Eva.
Como Quiroga no ofreciera las posibilidades esperadas, regresaron a Los Toldos. Mientras que los hermanos mayores conocieron los tiempos de bonanza económica del padre, los menores supieron de tiempos de apremios. La situación se agravó con la muerte de Duarte que falleciera el 8 de enero de 1926 como consecuencia de un accidente automovilístico en Chivilcoy.
En muchas ocasiones en el teatro, el cine y la televisión, se ha representado el velorio de Juan Duarte, y una escena donde la familia de Chivilcoy niega la entrada al velorio a la familia de Evita. Blanca y Erminda han desmentido esas versiones escandalosas. El hijo de Eloisa Duarte (su media hermana), Raúl Guillermo Muñoz, ha declarado delante de un escribano que las familias siempre mantuvieron relaciones cordiales.
El problema de la subsistencia, recordaría Erminda Duarte en su libro Mi Hermana Evita, “se convirtió en una lucha que día a día tomaba nuevas formas.” (p.20) Doña Juana pasaba horas sentada a su máquina de coser, sin queja, sin hacer caso de las indicaciones médicas que le aconsejaban reposo para sus piernas llagadas: “No tengo tiempo. Si descanso, ¿cómo trabajo, cómo vivimos?” (p.31) Elisa se empleó en el correo y Juan comenzó a trabajar en un almanén. Blanca cursaba sus estudios de maestra normal en Bragado.
A los ocho años, Eva comienza su escuela primaria. Cursará en Los Toldos primero y segundo grado.
El tiempo de ocio y juego transcurría trepando árboles, escudriñado la naturaleza, envuelta en disfraces caseros que la convertían en todo aquello que su imaginación le sugiriera, criando gusanos de seda; transcurría entre rayuelas, escondidas y manchas; transcurría con pocos juguetes comprados.
Su hermana Erminda era su infaltable compañera de aventuras y su hermano Juan era, según la ocasión lo requiriera, constructor de barriletes, luthier de pianos de cartón, asistente en el montaje de un circo o arquitecto de casitas de madera, a medida para las niñas, en el fondo de la casa. Blanca y Elisa alimentaban la fantasía infantil con el relato de los cuentos a la hora de dormir.
Junín
Cuando llegó el año 30 Juana decidió partir con su “tribú” como gustaba llamar a su familia, buscando mejores posibilidades en la cercana localidad de Junín, a donde Elisa había sido traslada. Blanca comenzaría a trabajar poco después como maestra en el Colegio del Sagrado Corazón y Juan se emplearía en la farmacia del pueblo. Erminda comenzaba a cursar en el Colegio Nacional y Eva fue inscripta en la Escuela Nº 1, Catalina Larralt de Estrugamou, en 3er grado.
En Junín, a la hora del almuerzo, se sentaban a su mesa tres personas que por esos tiempos prefirieron su comida casera a otras posibilidades que ofrecía el pueblo, y que terminarían formando parte de la familia: el Mayor Alfredo Arrieta, Jefe del Distrito Militar, don José Alvarez Rodriguez, rector del Colegio Nacional, y su hermano, el Dr. Justo Alvarez Rodriguez. El primero se casaría con Elisa y el último con Blanca.
Los juegos teatrales de los años toldenses empezaron en Junín a tormar formas más reales. Eva comenzó a destacarse por su afición a declamar poesías. En su autobiografía, La Razón de mi Vida, diría que “siendo una chiquilla, siempre deseaba declamar. Era como si quisiese decir siempre algo a los demás, algo grande, que yo sentía en lo más hondo de mi corzón.” (La Razón de mi Vida, p. 20) La Comisión del Centro de Cultura y Arte del Colegio Nacional, a la que pertenecía Erminda, organizaba representaciones teatrales. Evita, a pesar de no ser alumna del Colegio, se integró al grupo y tomó parte en una obra titulada Arriba Estudiantes. También en Junín escuchó por primera vez su voz saliendo de los altoparlantes instalados en la Casa de Música de Primo Arini. Una vez por semana, los jóvenes aficionados del pueblo tomaban el micrófono y exponían sus dotes artísticas: cantaban, decían monólogos, declamaban.
Aquello que Eva misma llamaría su “extraña vocación artística” crecía al amparo del cine del pueblo, de las audiciones radiales y de las colecciones de fotos de artistas.
A su amparo debió también de plantearse la primera elección: ¿Ser una chica pueblerina y “casadera” como tantas otras de Junín? ¿ser maestra como Blanca? ¿emplearse como Elisa?
Corría 1934 cuando Eva tenía claro su respuesta : Ser Actriz.
A la vocación se sumaban las características de personalidad. Ella misma diría en La Razón de mi Vida: “Como los pájaros, siempre me gustó el aire libre del bosque. Ni siquiera he podido tolerar esa cierta esclavitud que es la vida en la casa paterna, o la vida en el pueblo natal… Muy temprano en mi vida dejé mi hogar y mi pueblo, y desde entonces siempre he sido libre. He querido vivir por mi cuenta y he vivido por mi cuenta.”
Las circunstancias de la partida de Eva de Junín ha dado letra a un sinnúmero de versiones. La que quedó instalada con mayor fuerza involucra al cantante de tangos Augustín Magaldi, apodado el Gardel del Interior. Según sea el caso, se lo presenta intercediendo ante la madre, a pedido de Eva, para que le permitiera ir a vivir a Buenos Aires, o bien limitándose a facilitarle algunas cartas de recomendación que le abrieran las puertas del mundo artístico, o bien viajando él mismo con ella. Desmintiendo tales hechos, insostenibles desde la evidencia histórica, su hermana Erminda recuerda la situación de conflicto familiar planteado ante la férrea decisión de Eva de partir a la capital y la no menos férrea de Doña Juana de disuadirla, a la vez que pondera la influencia que ejerciera José Alvarez Rodriguez al aconsejar a la madre no torcer la vocación de los hijos: “ Tanto insistió el rector que mamá, a regañadientes, te llevó a Buenos Aires.” Volvió sola, “furiosa con el rector del Colegio Nacional, furiosa con todo el mundo,” después de dejarla en casa de Isidoro Bustamante, amigo de la familia. (Duarte, p. 71) Quedaba definitivamente atrás la niña de Los Toldos y Junín. Junto a los pocos objetos personales acomodados en la valija y que con el tiempo serían desechados, Eva llevaba consigo el rumor permanente del pedal de una máquina de coser, los juguetes deseados que no pudo tener, el impacto del descubrimiento de que en el mundo había pobres y había ricos, su sentimiento de indignación frente a la injusticia. De ninguno de ellos se deshará… .
Eva Duarte Actress
Eva era una más de los muchos provincianos que por esos años llegaban a la gran ciudad. La radicación en la capital y fundamentalmente en el conurbano bonaerense de hombres y mujeres de tez curtida y tonada provinciana se acentúa notoriamente en esos años. Como en el teatro griego, Buenos Aires podía presentarse tras la máscara de la comedia o de la tragedia.
Fueron tiempos de miseria, desocupación y hambre en un país que figuraba entre los primeros productores de alimentos del mundo. Fueron tiempos anunciados por el tango: “Cuando rajés los tamangos, buscando ese mango que te haga morfar…” decía Discépolo en la voz de Gardel.
El proceso de industrialización que se inicia en los primeros años de la década absorbió la mano de obra que llegaba del interior, empujada por la crisis. Las clases media y alta contemplaban horrizadas a esta marea humana que invadía una Buenos Aires de tez blanca y arquitectura europea, una Buenos Airs que hasta entonces les pertenecía con exclusividad. La villa miseria, el conventillo, “la yerba de ayer secándose al sol” son la cachetada de una realidad que nada tenía que ver con los palacetes de la Avenida Alvear y la Sociedad Rural, con los viajes a Europa que unos pocos disfrutaban.
Inmersa en esta realidad, durante diez años, Eva Duarte se consagra a su “pasión por el arte”. En 1945, alcanzada la tan ansiada denominación de “estrella”, dirá en un reportaje concedido a la revista Radiolandia: “No soy como quieren hacerme aparecer aquellos que no perdonan nunca que una mujer joven llegue a una posición destacada, una advenediza. Tengo más de cinco años entregados de lleno al culto de esta vocación firmísima que en mí es el arte. Un lustro de sinsabores, de inquietudes nobles, que conoció la incertidumbre de los momentos adversos, como supo también del halago de las horas felices.” (Radiolandia, 7 de abril de 1945, “Una estrella se confiesa”)
Los sinsabores en el mundo artístico fueron comunes a las actrices y actores que buscaban hacerse un lugar la sol; mala paga, inestabilidad laboral, meses de inactividad, papeles breves, a veces ni figurar en los repartos.
A poco de llegar a Buenos Aires, Eva se incorpora a la Compañía Argentina de Comedias, encabezada por Eva Franco, actriz de primera línea entre los intérpretes argentinas. El 28 de marzo debuta en el Teatro Comedia con un breve papel en el vodevil La Señora de los Pérez. El crítico Augusto Guibourg apuntaba en su crónica: “muy correcta en sus breves intervenciones Eva Duarte” (Crítica, 29 marzo de 1935). No siempre tendría la suerte de ser mencionada, pero permaneció en la Compañia hasta enero de 1936, con papeles siempre de reparto, en Cada casa es un mundo, Madame Sans Gene y en La Dama, el Caballero y el Ladrón.
En mayo de 1936 parte en gira por el interior con la Compañía de Pepita Muñoz, José Franco y Eloy Alfaro, y en diciembre se incorpora a la Compañía de Pablo Suero que estrenaba en el teatro Corrientes Las Inocentes. En el año 1937 se inicia con la misma compañía, que se presentará por pocos días en Montevideo.
De regreso a Buenos Aires participó en la Compañía de Armando Discépolo, considerado uno de los mejores directores de teatro de aquellos tiempos, que estrenó el 5 de marzo, en el Teatro Politeama, La Nueva Colonia de L. Pirandello. No obstante la buena crítica, la obra fue un fracaso de taquilla. Augusto Guibourg apuntaba: “Juanita Sujo, Eva Duarte, Anita Jordán y Jordana Fain intervinieron en escenas de conjunto dirigidas con pericia y animadas con gracia” Crítica, 5 mayo de 1937).
En el mes de agosto pudo verse por primera vez en la pantalla grande. Había obtenido un pequeño contrato para intervenir en el film Segundos Afuera. Coincidentemente con el estreno es contratada por Radio Belgrano para participar en un radioteatro: Oro Blanco.
En los años siguientes llevará paralelamente su actividad en el teatro, el cine, y la radio. Como era habitual en una artista de sus características, realizó incursiones en el ámbito publicitario en medios gráficcos del momento. Con las Compañías de Pierina Dealessi, Camila Quiroga, y Leopoldo y Tomás Simari, Eva transita los escenarios porteños entre los años 1938 y 1940.
Las apariciones en el cine, siempre menores, se suceden en Segundos Afuera, La Carga de los Valientes, El más infeliz del pueblo y Una novia en apuros. Deberá esperar hasta 1944 para tener un papel más importante en La Cabalgata del Circo. Su última película, La Pródiga (1945), que la cuenta como protagonista, no será estrenada.
Eva Duarte había subido a ese escenario tempranamente e iría afirmándose en él. En 1939 encabeza, junto a Pascual Pelliciotta, la Compañía del Aire, primero en Radio Mitre y luego en Radio Prieto. El 1 de mayo sale al aire Los Jazmines del 80. Transita con sus programas radiales por Radio Argentina, El Mundo y, finalmente, en 1943, inicia en Radio Belgrano el ciclo de Biografías de Mujeres Ilustres, que continuará hasta 1945, encarnando entre otras a Isabel I de Inglaterra, Sara Bernhardt, Margarita Weil de Paz, Isadora Duncan, Mme. Chiang Kai Shek, Catalina la Grande.
“Tuve suerte,” diría en el reportaje ya mencionado de la revista Radiolandia, “yendo de micrófono en micrófono, hasta que para mí define en estos momentos la mejor jeraquía radiofónica. Allí, en Radio Belgrano, encontré el auspicio de quienes creyeron en mis posibilidades. En ella he cumplido la parte más destacada de mi labor, una labor que si tiene como epílogo esta situación mía actual, muy grata, por cierto, nace en esferas modestas, desde donde fui subiendo a fuerza de dedicación a un trabajo, de esfuerzo constante por superarme, de asimilación de enseñanzas valiosísimas.”
Cuando Eva Duarte actriz baje del escenario radial, Eva Perón ocupará su lugar. Su voz seguirá llegando a todos los hogares, pero ya no encarnará a otras mujeres, será ella misma. Habrá por entonces asumido un compromiso con una causa y con un hombre, con el Coronel Juan Domingo Perón.
El Día que Dividió la Historia: 17 de Octubre de 1945
En el año 1943, el divorcio entre el país real y el gobierno dominado por la oligarquía era flagrante. El clima se tensaba ante la proximidad de las elecciones que se presagiaban signadas, como las anteriores, por el fraude, reaseguro del régimen. El 4 de junio se produjo un nuevo golpe militar, derrocando al entonces presidente Ramón Castillo.
Asumido el gobierno por el General Pedro P. Ramírez, el Colonel Juan Perón, desconocido entonces por la ciudadanía, pero de gran prestigio entre sus camaradas, se hace cargo del Departamento Nacional de Trabajo. Un mes después esa dependencia se transformaría en Secretaría de Trabajo y Previsión. Allí echaría Perón las bases de la polític a que signaría la historia argentina de la siguiente década.
Una verdadera tragedia nacional habrá de reunir dos vidas que hasta entonces se ignoraban. El 15 de enero de 1944, un terremoto destruye el 90% de los edificios de la ciudad de San Juan. Mueren 7000 personas y quedan 12000 heridos. Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, Perón organiza una movilización nacional a la que son invitados los artistas más populares. Entre ellos, Eva Duarte participa de la colecta por los damnificados.
El 22 de enero se realiza un gran festival en el Luna Park a beneficio de las víctimas del terremoto. Eva Duarte y el Coronel Perón comienzan una relación que legitiman socialmente en la función de gala del Teatro Colón el 9 de Julio.
Dos días antes, el General Farrell, que había asumido la presidencia el 11 de marzo tras la renuncia de Ramírez, había designado a Perón vicepresident e de la Nación, reteniendo éste su cargo en la Secretaría de Trabajo y en el ministerio de Guerra, que le había confiado poco antes. Eva, por su parte, tenía tres programas en Radio Belgrano: a las 10.30 hs. “Hacía un futuro mejor”, ciclo de exaltación a los postulados de la Revolución de 1943; a las 18 hs. encabezaba el elenco del radiodrama “Tempestad”, y a las 22.30 hs., “Reina de Reyes”.
El 6 de mayo de ese mismo año había sido elegida presidente de la Agrupación Radial Argentina, entidad de propósitos solidarios y gremiales de la que figura como fundadora en 1943.
Perón ha ido convirtiéndose en el hombre clave del gobierno y en la figura más irritante para la oposición. La presencia de Eva y el lugar que le otorga Perón es un blanco más, esta vez para los propios camaradas de armas. Si el coronel es un hombre atípico, la mujer que está a su lado lo es aún más: había decidido estar junto a un hombre, no detrás de él. Y Perón lo había aceptado. Inadmisible por entonces.
Un sector de la oficialidad logró imponer la renuncia de Perón a todos sus cargos, el 13 de octubre de 1945. Fue detenido y trasladado a Martín García. A esa altura de los acontecimientos ya era evidente para los obreros que la desaparición de Perón acarrería la desaparición de su política laboral y de las conquistas alcanzadas. En la madrugada del 17 de Octubre comenzaron a abandonar sus lugares de trabajo y se volcaron sobre la Plaza de Mayo: exigían la presencia del Coronel. El alejamiento de Perón había producido un vacío de poder que sólo él podría llenar.
Cuando por la noche se asomara al balcón de la Casa Rosada y se anunciara la convocatoria a elecciones, una plaza colmada y vitoreante testimoniaba que había en la Argentina una fuerza nueva gravitante en el panorama politico y social y que Perón era su candidato y su líder.
Sobre el papel desempeñado por Eva en la crisis del 17 de Octubre, en el estado actual de las investigaciones, la evidencia es sólo testimonial. En tal sentido, y según el caso, la hallamos peleando entre sus hombres codo a codo (Alberto Merlo), tendiendo los hilos del movimiento, llevando a la gente a la plaza y poniéndose, el 17, a la cabeza de los descamisados (Perón), o bien, sin tener ninguna participación en la movilización (Cipriano Reyes) o ausente en la descripción de los sucesos (Luis Monzalvo).
A la luz de la personalidad evidenciada por Eva hasta ese momento y la que evidenciaría en los años siguientes, es difícil validar la opinion de quienes sostienen que no tuvo participación alguna en el hecho. Asimismo, la posición que ocupaba al lado de Perón, con conocimiento de los resortes que era necesario activar pero no aún con el poder y la influencia que adquiría en los años siguientes, hace difícil hacer de ella el eje movilizador por el cual pasó la jornada fundacional del peronismo. Quizás Eva se halla situada justo entre ambas posi bilidades: gestionar un habeas corpus, trabar contacto de inmediato con aquellos con quienes sabía que podía contra y que estaban en condiciones de movilizar, ser parte según los recursos con que contaba en la hora, y utilizarlos.
Eva no se adjudica en ningún momento un rol conductor en la jornada: Perón fue reconquistado por el pueblo.
“La semana de Octubre de 1945 es un paisaje de muchas sombras y de muchas luces. Será mejor que no nos acerquemos demasiado a él… y que más bien lo veamos otra vez, desde más lejos. Esto no me impide sin embargo decir con absoluta franqueza, y como anticipo de cuanto alguna vez he de escribir en detalle, que la luz vino únicamente desde el pueblo.” (La Razón de mi Vida, p. 39)
Lo que sí resulta evidente es que el 17 de octubre confirma en Eva que los sucesos de días anteriores no habían preanunciado un final, como algunos pudieron desear, sino el comienzo de una nueva etapa en la historia argentina, signada por la particular relación entre un hombre, Perón, y sus bases de apoyo: los obreros, “los descamisados”. Esa relación se mantuvo, más allá de los intentos en contrario, hasta su muerte en 1974, y lo llevó a la Presidencia de la Nación en 1946, en 1952, y en 1973, después de 18 años de exilio.
Desde Martín García, Perón escribió a Eva dos cartas. En una de ellas le decía: “Hoy he escrito a Farell pidiéndole acelere mi retiro: en cuanto salgo nos casamos y nos iremos a cualquier parte a vivir tranquilos.”
El casamiento civil se llevó a cabo el 22 de octubre; el religioso, el 10 de diciembre: lo de vivir tranquilos en cualquier parte, no llegó nunca…
El Partido Laborista consagra la formula Perón-Quijano 0para las elecciones que habrían de celebrarse en febrero de 1946. La oposición, coaligada en la Unión Democrática, lo hace con Tamborini-Mosca.
Vertiginosamente se entra en campaña. Como otras en la historia argentina, violenta y agresiva. De hecho-los actos de sabotaje no estuvieron ausentes-y de palabra: “Tambo, orín, y mosca, la formula de la bosta”, decían los unos, “Grasas, negros sin conciencia, patas sucias”, respondían los otros.
A fines de diciembre, se inicia la gira porselitista por el interior del país, “El Descamisado”, el tren de la campaña, anda y desanda camions. Por primera vez en la historia del país, la esposa de un candidato lo acompaña. Está junto a él en los actos, reparte escudos partidarios, toma contacto directo con la gente.
Se perfila otra mujer: Eva entra decididamente en la política. El 8 de febrero da un paso más: se cele bra un mitín de las mujeres obreras en el Luna Park para proclamar su adhesion a la formula laborista. El candidato a la presidencia, enfermo, no puede asistir. Eva les lleva su palabra. Es su estreno como oradora. No la dejan hablar. A cada intento la respuesta es ¡Queremos a Perón!
Pocos meses después sería aclmada. Ya era otra: ya era EVITA.
1945-1952
Llegado Perón a la presidencia, Eva, a diferencia de las esposas de los mandatarios anteriores, se planteó a sí misma cuál sería el rol que le cabría desempeñar de allí en más. Nuevamente se preguntaba sobre el ser, se redefinía. Esta vez lo haría en relación a Perón, Presidente y conductor:
“Esta es una circunstancia fundamental y se relaciona directamente con mi decisión de ser una esposa del Presidente de la República distinta del modelo antiguo. Yo pude ser ese modelo. Esto lo digo bien claro porque también se ha querido justificar 8mi incomprensible sacrificio” arguyendo que los salones de la oligarquía me hubiesen rechazado. Nada más alejado que esto de toda realidad, ni más ausente de todo sentido comín. Pude ser una mujer de Presidente como lo fueron otras. Es un papel sencillo y agradable: trabajo de los días de fiesta, trabajo de recibir honores, de ‘engalanarse’ para representar según un protocolo que es casi lo mismo que pude hacer antes, y creo que más o menos bien, en el teatro o en el cine. En cuanto a la hostilidad oligárquica, no puedo menos que sonreírme. Y me pregunto: ¿por qué hubiese podido rechazarme la oligarquía? ¿Por mi origen humilde? ¿Por mi actividad artística? ¿Pero acaso alguna vez esa clase de gente tuvo en cuenta aquí o en cualquier parte del mundo, estas cosas, tratándose de la mujer de un Presidente? Nunca la oligarquía fue hostil con nadie que pudiera serle útil. El poder y el dinero no tuvieron nunca malos antecedents para un oligarca genuino (…) Pero además, yo no era solamente la esposa del Presidente de la República, era también la mujer del conductor de los argentinos.
A la doble personalidad de Perón debía corresponder una doble personalidad en mí: una la de Eva Perón, mujer del Presidente, cuyo trabajo es sencillo y agradable (…) y otra, la de Evita, mujer del líder de un pueblo que ha depositado en él toda su fe, toda su esperanza y todo su amor.
De Eva Perón no interesa que hablemos. Lo que ella hace aparece demasiado profusamente en los diarios y revistas de todas partes. En cambio, sí me interesa que hablemos de Evita…”
Curiosamente, la mayoría de las veces que se ha abordado a este personaje de la historia, parecería que ha interesado más ahondar otras instancias de su vida: su infancia, su situación familiar, la vida de sus padres, las circunstancias en que se alejó del hogar, su vida privada en Buenos Aires, las condiciones de su ascenso como actriz, los primeros años de su relación con Perón, el por qué de su acción. Sin embargo, de no haber mediado su decision de “ser Evita”, los argentinos ignoraríamos hoy su nombre, como ignoramos el de tantas otras primeras damas. Por eso, realmente, sí interesa que hablemos de Evita. Interesa hablar de su acción con los humildes, con los obreros, con las mujeres, entrelazadas en interminables jornadas de labor. Tras la asunción de Perón, Evita se instala en el cuarto piso del palacio de Correos y Telecomunicaciones, donde comienza a atender a las delegaciones obreras que solicitan su intervención para obtener mejoras o su colaboración en la solución de problemas gremiales. Esta relación con el gremialismo se intensificará hasta 1952 y conformará un sólido basamento de su poder político y un eficaz sostén de su obra. Comienza también a recibir a los necesitados y a ocuparse de sus urgencies; presta apoyo a la política gubernamental, dirigiéndose con especial atención a un sector al que hasta entonces no se le había hablado: el 25 de julio dirige un mensaje a las mujeres del país anunciándoles nuevas medidas gubernamentales destinadas a combatir el agio y la especulación. Las visitas a las fábricas, que se harán frecuentes desde octubre, y las recorridas por los barrios pobres la ponen en contacto con el pueblo y sus necesidades.
Había mucho por hacer. “Y empezamos -diría en La Razón de mi Vida– poco a poco. No podría decir exactamente qué día fue. Lo cierto es que primero atendí personalmente todo. Luego tuve que pedir auxilio. Y por fin me vi obligada a organizar el trabajo que en pocas semanas se hizo extraordinario.”
A partir del 24 de septiembre Evita ocupará el despacho de Perón en la Secretaría de Trabajo y Previsión:
“Fui a la Secretaría de Trabajo y Previsión porque en ella podía encontrarme más fácilmente con el pueblo y con sus problemas: porque el Ministro de Trabajo y Previsión es un obrero y con él Evita se entiende francamente y sin rodeos burocráticos; y porque allí me brindaron los elementos necesarios para iniciar mi trabajo (…) Los funcionarios de la casa colaboran conmigo en la solución de los problemas gremiales, reuniendo todos los antecedents, examinándolos en sí mismos y en sus repercusiones económicas y sociales.” La Secretaría era, además, un lugar simbólico: en el mismo lugar en que el Coronel Perón había estrechado contacto con su gent e se hallaba “el puente” que los acercaba a él. El 30 de julio, en un establecimiento frigorífico de Parque de los Patricios diría: “Mi misión es transmitir al Coronel las inquietudes que tiene el Pueblo argentino.” Haría más que eso… Con el correr de los años su actividad se tornaría cada vez más intensa y sus jornadas interminables.
Comenzaba atendiendo en la Residencia, por la mañana, los casos más urgentes, se trasladaba luego a la Secretaría, donde recibía a los humildes y a los gremios. Si las entrevistas eran interrumpidas para cumplir con la asistencia a alguna recepción, homenaje, visita o acto protocolar, la gente quedaba esperndo su regreso. Invvariablemente lo hacía y no partía hasta que todos hubieran sido atendidos. La jornada se dividía en dos: la mañana y la tarde sería una manera de decir, con un ligero almuerzo a las dos, tres y hasta a las seis de la tarde. Los miércoles, día de visita de los gremios a Perón, Eva los conducía a su presencia. Rara vez participaba de las reuniones. Permanecía atendiendo sus asuntos en un despacho cercano. Era habitual que Evita llegara imprevistamente a controlar las obras que se ejecutaban y los jueves solía visitar los establecimientos fundados en el gran Buenos Aires.
Si en 1947 se la ve retirarse de la Secretaría a las 22 horas, y a medida que corren los años se extiende la jornada. El diario Democracia relata así la del viernes 19 de mayo de 1950:
“Comienza a la mañana muy temprano en su despacho de Trabajo y Previsión y se prolonga en su primera parte hasta las 16. A las 17 está de vuelta y prosigue su inacabable tarea hasta la madrugada, sin más que unos paréntesis. Uno es hacia las 20.30 hs. para asistir, junto al General Perón, en el recinto de sesiones del ministerio, al acto de la firma del convenio de trabajo que beneficia al gremio de la industria de la alimentación. Otro es hacia las 23, para hacerse presente en el homenaje que los feroviarios rinden a uno de sus dirigentes designado para integrar el nuevo directorio de los ferrocarriles nacionales. De allí se traslada al Parque Retiro, dondo hace acto de presencia, fervorosamente aclamada por los trabajadores, en el banquete que reúne a los obreros de la industria de agues gaseosas. De vuelta en Trabajo y Previsión, todavía preside en e l Salón de Sesiones un acto de los trabajadores de la industria aceitera.”
Cuando, ya enferma, se le aconsejaba aminorar su ritmo de trabajo, la respuesta era invariablemente “No tengo tiempo, tengo mucho que hacer.”
El mismo ritmo y la misma exigencia eran impuestos a sus colaboradores. Implacablemente. Hasta los primeros meses de 1947 Evita se encuentra haciendo sus primeras armas: implementa un plan de turismo infantil, partiendo el primer contingente de hijos de obreros el 6 de enero de 1947 hacia las sierras de Córdoba; gestiona y entrega subsidios para coadyuvar en la construcción de policlínicos destinados a obreros curtidores, textiles y del vidrio, distribuye subsidios otorgados por su mediación por las autoridades estatales a más de 500 familias sin recursos; distribuye ropa, víveres y enseres entre familias necesitadas.
El 20 de enero de 1947 recibe a una delegación de Villa Soldati que le hace saber las condiciones insalubres en que vivían. El mismo día visita el barrio, situado cerca del B añado de Flores. Se ocupa personalmente del emprendimiento del plan de saneamiento, asistencia social y construcción de viviendas higiénicas. El 25, las primeras familias pasan a ocupar modernos chalets acabados de construir en Avellaneda, y el resto lo hace provisoriamente en casas de emergencia. El 12 de febrero se instalan en Belgrano al 400, en edificios de la Municipalidad habilitados a tal fin. (Democracia, 18 de enero de 1947)
Desde un comienzo ha encarado la “ayuda social directa”: falta de trabajo, una medicina, una vivienda. Esta instancia continuará a lo largo de todos sus años de acción. Paralelamente, empieza a viajar al interior. El 26 de octubre de 1946 parte para Córdoba, donde se inaugurarán dos policlínicos para ferrovarios construidos por la Dirección General de Asistencia y Previsión Social, una dependencia del Ministerio de Trabajo. El 30 de noviembre viaja a Tucumán. El recibimiento desborda las protecciones y se producen algunas víctimas.
El 21 de agosto de 1946 el Senado ha aprobado el proyecto de ley que otorga el voto a la mujer. El 11 de septiembre concurre a la Cámera de Diputados en donde se reúne con autoridades del bloque peronista; su objectivo : el voto feminino. Volverá a la Cámera en días subsiguientes para entrevistar a los legisladores del partido. Ha comenzado esta campaña.
En el mes de junio de 1947, invitada oficialmente por el Gobierno de España, emprende una gira que la llevaría a España, Italia, Portugal, Francia, Suiza, Mónaco, Brasil y Uruguay.
Aclamada en España, recibió la más alta condecoración: la Gran Cruz de Isabel la Católica. A su paso por Italia fue recibida por el Papa Pio XII, quien le obsequiaría el rosario de oro que llevara entre sus manos a la hora de la muerte. En este país, no todos fueron agasajos: el partido Comunista demonstró su repudio ante la visita al grito de ¡Abajo el fascismo! La protesta se repetiría en otras instancias del periplo, aunque con menor intensidad. En Francia, alternó visitas y descanso.
Con profunda emoción recorrió Notre Dame, acompañada por el Nuncio Apostólico, Monseñor Roncalli, futuro Papa Juan XXIII. Las puertas del Palacio de Versailles, cerrado desde la Guerra, se abrieron para ella. Tampoco en París estuvieron ausentes las visitas a los centros de asistencia social, en compañia de la Señora de Bidault. Cuando Evita estaba en la Costa Azul, una explosión asoló el Puerto de Brest. Eva realizó una importante donación a los damnificados. Allí donde fuera, el programa de visitas y recepciones se vio jalonado por las recorridas de los barrios obreros y obras sociales. A la vez que dejaba donativos buscaba “la lección europea” en material de acción social. A tres años de aquel viaje dirá:
“Salvo algunas excepciones, en aquellas visitas de aprendizaje, conocí todo lo que no debía ser en nuestra tierra una obra de ayuda social. Los pueblos y gobiernos que visité me perdonarán esta franqueza mía tan clara, pero tan honrada. Por otra parte ellos-pueblo y gobierno-no tienen la culpa. El siglo que precedió a Perón en la Argentina es el mismo siglo que los precedió a ellas. (La Razón de mi Vida, p. 1 79)
De regreso de Europa, Eva retoma sus actividades a pleno. Antes de la partida había comenzado a bregar por la obtención del sufragio para las mujeres. La lucha venía ya de muchos años atrás y se encuadraba dentro del movimiento mundial por la emancipación de la mujer. Argentina no fue pionera. Desde que Nueva Zelanda lo otorgara en 1893, hasta que en 1947 se sancionara la ley 13010, muchas países habían dado ya el paso.
Antes de partir de Madrid, el 15 de junio de 1947, Eva dirige un mensaje a la mujer española en el que expresa: “Este siglo no pasará a la historia con el nombre de ‘Siglo de las Guerras Mundiales’ ni acaso con el nombre de ‘Siglo de la Desintegración Atómica’, sino con otro nombre mucho más significativo: “Siglo del feminismo victorioso’. (Mensaje a la mujer española, 15 de junio de 1947). El presagio no se ha cumplido, todavía queda mucho camino por andar, pero en él, el voto ha sido, sin duda, un hito trascendente.
En Argentina, los derechos de la mujer fueron reivindicados desde los primeros años del siglo XX. Los nombres de Cecilia Grierson, Alicia Moreau de Justo, Elvira Dellepiane, Julieta Lanteri, Carmela Horne, Victoria Ocampo, se hallan justa e indisolublemente ligados a esta causa. Las agrupaciones feministas de entonces estaban mayoritariamente conformadas por mujeres de clase media y alta, por universitarias que habían librado en sus propios hogares la lucha que implicaba salirse del rol que la sociedad les adjudicaba: esposas y madres.
Los proyectos que las sufragistas presentaron al Congreso, en términos más amplios algunos, más restrictivos otros, y que encontraron figures propulsoras como Alfredo Palacios, fueron sistemáticamente enterrados. El último data de 1938, firmados por Victoria Ocampo y Susana Larguía.
La metodología utilizada se limitaba a estas presentaciones, simulacros de voto, reparto de volantes concientizadores. Un activismo sumamente moderado, si lo comparamos, por ejemplo, con el de las sufragistas inglesas.
Faltó la proyección de sus organizaciones fuera de sus propios límites, faltó un discurso dirigido al conjunto de las mujeres argentinas, cuyo perfil era muy distinto del de aquellas que peticionaban en su nombre.
Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, el Coronel Perón encara una política dirigida a las mujeres. En ese ámbito crea la División de Trabajo y Asistencia a la Mujer. La cuestión del sufragio femenino es reflotada. El 26 de julio de 1945, en un acto celebrado en el Congreso, Perón explicita su apoyo a la iniciativa. Se forma entonces la Comisión Pro Sufragio Femenino, que eleva un petitorio al gobierno solicitando el cumplimiento de las Actas de Chapultepec, por las cuales los países firmantes que aún no habían otorgado el voto a la mujer, se comprometían a hacerlo.
El tema es instalado desde el oficialismo. Se había producido un giro. Las asociaciones sufragistas, con excepción de la Asociación Argentina del Sufragio femenino, presidida por Carmela Horne, que presta su decidido apoyo, estrechan filas en oposición. El 3 de setiembre de 1945, la Asamblea Nacional de Mujeres, que las nuclea y que es presidida por Victoria Ocampo, resuelve rechazar el voto otorgado por un gobierno de facto y reclama que el gobierno sea asumido por la Corte Suprema. El lema de la Asamblea fue “Sufragio femenino pero sancionado por un Congreso elegido en comicios honestos”.
Los sucesos de octubre del 45 pospusieron el tema. La campaña electoral de 1946 puso en evidencia que, ya en apoyo del laborismo, ya en apoyo de la Unión Democrática, aun sin derechos políticos, la mujer había ingrsado en la política argentina. Faltaba la legitimación.
Una vez en la presidencia, Perón vuelve sobre la cuestión del sufragio femenino. Lo hace en su Primer Mensaje al Congreso, el 26 de julio de 1946, y en el Plan Quinquenal. En este marco, Eva emprende la campaña. Lo hará desde distintos lugares: con los legisladores, con las delegaciones que la visitan, con las mujeres nucleadas en los centros cívicos, a través de la radio y de la prensa. Así, por ejemplo, el 17 de septiembre de 1946, acuerda la acción comín encaminada a la conquista del derecho al voto con las presidentas de numerosas entidades femeninas peronistas; el 17 de enero de 1947, al recibir la visita de una delegación de maestros rosarinas, les expresa: “Estoy bregando por el voto de la mujer, y no cejaré en mi lucha hasta conseguir que ello sea una realidad.” (Democracia, 18 de enero de 1947)
A su regreso de Europa-donde ha aludido al tema en algunas ocasiones-la ley está aún en veremos. Democracia publica una “Carta de Eva Perón a las mujeres argentines” en la que las exhorta a redoblar la lucha para obtener cuanto antes la sanción de la ley del voto feminino.
En este proceso hemos apuntado ya dos giros en la historia: que el proyecto fuera tomado por el oficialismo y que las mujeres entraran en la poliítica. Podemos agregar un tercero: el mensaje de Evita va dirigido a un conglomerado feminino extenso, se instala en las mujeres, y éstas pasan a desempeñar un papel activo: se realizan mitines, se publican manifiestos, grupos de obreras salen por las calles a pegar carteles en que reclaman la ley. Centros e instituciones femeninas emiten declaraciones de adhesión. Se organiza una gran concentración de mujeres para el 3 de septiembre, fecha en que debe debatirse la ley en la Cámara de Diputados. El debate se posterga. La concentración se repite el día 9. Eva, que no pudo asistir el 3, el 9 está en el recinto. Afuera, una multitud la aclama. Otro giro: las mujeres reconocen en Eva Perón a su portavoz.
El 23 de septiembre, en medio de un gigantesco acto cívico en Plaza de Mayo, se promulga la ley.
Las pioneras mujeres feministas se levantaron contra la ley sancionada, interpretando que se consagraba de antemano a un partido y no a la defensa de la causa de todas las mujeres en bloque. Entonces el lema fue “Ahora no queremos votar”. Pero en 1951 todas votaron, las peronistas y las “anti”…
La sanción de la ley 13010 implicó la realización de una serie de tareas que hacían a su efectivización. En la tarde del 11 de mayo de 1948, Eva concurre a las Oficinas Centrales del Registro Civil donde se ha preparado una ceremonia en la cual hace entrega de las primeras partidas de nacimiento destinadas a la obtención de las libretas cívicas del futuro electorado femenino. El día 23 comienza el empadronamiento, conforme al artículo cuatro de la ley. En el año 1951, cercanas ya las elecciones presidenciales, Eva enviará, en su carácter de Presidenta del Partido Peronista Femenino, un mensaje a la Cámara de Diputados en el que pide una ley de amnistía “para aquel inexperto sector del nuevo electorado que no se ha inscripto a tiempo en los padrones.”
Si el camino para la obtención del derecho había sido arduo, el de la capacitación cívica y el de la preparación de las mujeres para desempeñarse en las lides políticas lo sería aun más. En este ultimo sentido, el 14 de septiembre de 1947 el Consejo Superior del Partido Peronista resolvió modificar sus reglamentos de afiliación, lo cual permitiría, en el futuro, la formación de otro partido peronista, exclusivamente femenino.
Este hecho se concretó el 26 de julio de 1949. En el Teatro Nacional Cervantes se lleva a cabo la Primera Asamblea Nacional del Movimiento Peronista Femenino. Nace allí el Partido Peronista Femenino, cuyo principio fundamental será la unidad en torno a la doctrina y la persona de Perón. Eva es elegida Presidenta del mismo, con plenos poderes de organización. El orden interno sera monolítico: es resorte de la presidenta la toma de decisions y la dirección de los trabajos de organización.
“La organizacion del partido femenino ha sido para mí”-diría en La Razón de mi Vida(p. 228)- “una de las empresas más difíciles que me ha tocado realizar. Sin ningún precedente en el país-creo que ésta ha sido mi suerte-y sin otro recurso que mucho corazón puesto al servicio de una gran causa, llamé un día a un grupo pequeño de mujeres. Eran apenas treinta. Todas muy jóvenes. Yo las había conocido como colaboradoras mías infatigables en la ayuda social, como fervientes peronistas de todas las horas, como fanáticas de la causa de Perón. Tenía que exigirles grandes sacrificios: abandonar el hogar, el trabajo, dejar prácticamente una vida para empezar otra distinta, intensa, dura. Para eso necesitaba mujeres así, infatigables, fervientes, fanáticas. Era indispensable ante todo ‘censar’ a todas las mujeres que a lo largo y a lo ancho del país sentían nuestra fe peroniana. Esa empresa requería mujeres intrépidas, dispuestas a trabajar día y noche.” Fueron las “delegadas censistas”, a quienes también les cupo la tarea de abrir las “unidades básicas”. En enero de 1950 se inaugurará la primera en la Capital, en el barrio Presidente Perón de Saavedra. Las unidades básicas del Partido Peronista Femenino desarrollaban, a la par de la tarea de adoctrinamiento-fueron bastions en la campaña presidencial de 1951-tareas de acción social: “Los descamisados’” diría en su autobiografía-“no distinguen todavía lo que es la organización política que yo presido de lo que es mi Fundación. Las unidades básicas son para ello algo de ‘Evita’. Y allí van, buscando lo que esperan que pueda darles Evita. Ellos mismos, mis descamisados, son los que han creado en mis unidades básicas una nueva función: informar a la Fundación acerca de las necesidades de los humildes de todo el país. La Fundación atiende estos pedidos, haciéndoles llegar directamente su ayuda. Esto me ha sido duramente criticado. Mis eternos supercríticos consideran que así yo utilizo mi Fundación con finalidades políticas…¡Y …tal vez tengan razón! Lo que al final aparece como consecuencia de mi trabajo es de repercusión política… la gente ve en20mi obra la mano de Perón que llega hasta el último rincón de mi Patria… y eso no le puede gustar a sus enemigos…” (La Razón de mi Vida, pgs. 230-231)
La acción política dirigida a la mujer cosechó sus frutos en las elecciones del 11 de noviembre de 1951. Votaron 3, 816,654 mujeres. El 63,9% lo hizo por el Partido Peronista, el 30,8% por la Unión Cívica Radical. A su vez, el Partido Peronista fue el único que llevó mujeres en sus listas. En 1952, 23 diputadas y seis senadoras ocuparon sus bancas.
Si ser electoras fue un derecho adquirido, ser elegidas es una lucha que continua. La ley 24012 de cupos femeninos, sancionada en 1991, y que establece un piso del 30% de mujeres en puestos politicos representatives, es clara evidencia de la discriminación que aún pervive en la sociedad.
“Todo, absolutamente todo en este mundo contemporáneo”-escribía Eva Perón a mediados del siglo XX-“ha sido hecho según la medida del hombre.
Nosotras estamos ausentes en los gobiernos.
Estamos ausentes en los Parlamentos. En las Organizaciones Internacionales.
No estamos ni en el Vaticano ni en el Kremlin. Ni en los Estados mayores de los imperialismos.
Ni en las “comisiones de la energía atómica”.
Ni en los grandes consorcios.
Ni en la masonería, ni en las sociedades secretas. No estamos en ninguno de los grandes centros que constituyen un poder en el mundo.” (La Razón de mi Vida, 223-224)
Desde entonces el mundo ha sufrido profundas y vertiginosas modificaciones, pero sigue hecho según la misma medida.
Evita, cuyo feminismo hablaba del protagonismo de la mujer sin apartarse de su naturaleza misma, y que consideraba que el movimiento feminista debía entregarse por amor a la causa y a la doctrina de un hombre digno de tal entrega, entendía que entre las muchas diferencias que hay entre un hombre y una mujer, existía una referida a la concepción de la “acción”: “Un hombre de acción es el que triunfa sobre los demás. Una mujer de acción es la que triunfa para los demás.”
La “acción para los demás” tuvo un nombre: Fundación Eva Perón. A ella dedicó sus máximos esfuerzos.
Mothers and children found a refuge in the Hogares de Tránsito, temporary homes where they stayed until work and a permanent home could be found for them. |
La obra social que Evita comenzaría en 1946 adquirió cada vez mayor extensión y envergadura. La llamada entonces Cruzada de Ayuda Social concretaba su tarea en barrios de viviendas económicas, inauguración de Hogares de Tránsito, de comedores escolares, donación de instrumental a hospitales, mediación para la concreción de obras fundamentales de salubridad y saneamiento en barriadas humildes, entrega de artículos de primera necesidad a familias necesitadas, distribución de juguetes a niños humildes, sobre todo para las fiestas de Navidad y Reyes, provisión de trabajo a desocupados.
Los fondos y las especies provenían de donaciones, fundamentalmente de los sindicatos. Asimismo, la Ayuda Social disponía de los fondos de la cuenta Ministerio de Hacienda-Obras de Ayuda Social, destinados a la adquisición de ropas, calzado, artículos alimenticios y otros similares, farmacia y droguería, excluidos los sueldos y jornales. La particular posición de Evita en la estructura de poder (el poder desde afuera) permite el acceso al lugar de la toma de decisiones para el emprendimiento de las obras o la provisión laboral, permite el accionar desburocratizado.
Hacia fines de 1947 ya era evidente que esta acción social requería una estructura orgánica.
La Fundación María Eva Duarte de Perón se constituye el 19 de junio de 1948 y obtiene su personería juridical el 8 de julio del mismo año. A partir del 25 de septiembre de 1950 pasó a llamarse “Fundación Eva Perón”.
En el discurso que Evita pronunció el 5 de diciembre de 1949 en el Primer Congreso Americano de Medicina del Trabajo explicó que la Fundación fue creada “para cubrir lagunas en la organización nacional, porque en todo país donde se realiza una obra, siempre hay algunas que cubrir y para ello se debe estar pronto para realizar una acción rápida, directa y eficaz.” Subyacía en ella la idea de transformación del tradicional concepto de beneficencia, y su redimensionamiento dentro del programa de justicia social del peronismo.
De la beneficencia … a la justicia social
Las mayores “lagunas” se producían en la asistencia a los ancianos, los niños y las mujeres. El 28 de agosto de 1948 Evita da lectura en el Ministerio de Trabajo a la declaración de los Derechos de la Ancianidad, que pone en manos del Presidente, solicitando que sea incorporada a la legislación y la práctica institucional de la Nación. Fue incluida en la Constitución Nacional de 1949.
En los hechos, la Fundación construyó Hogares de Ancianos, como el Hogar Coronel Perón, inaugurado el 17 de octubre de 1948, en Burzaco. Similares20se levantaron en el interior del país. Asimismo, obtuvo la sanción de una ley que otorgaba pensiones a los mayores de 60 años sin amparo. La educación, el esparcimiento y la salud de los niños y los jóvenes fueron objeto de su preocupación. La Fundación concretó un plan de construcción de mil escuelas en el país, como así también escuelas agrícolas, escuelas tallares, jardines de infantes y maternales.
La Ciudad Infantil Amanda Allen y la Ciudad Estudiantil forman parte del plan de acción educacional, destinada la primera a niños en edad prescolar con serias carencias socio-económicas y la segunda a residencia de estudiantes secundarios, fundamentalmente del interior del país, sin familia en Buenos Aires. En febrero de 1950 se pone en marcha el Plan de Turismo Infantil, que hará conocer a los niños paisajes del país ignorados por ellos hasta entonces. Las colonias de vacaciones completarían el espectro.
Los Campeonatos Infantiles y Juveniles, que comenzaron siendo de fútbol y terminaron incluyendo muchos otros deportes, patrocinados por la Fundación desde 1948, fueron la ocasión para la revisación médica de más de 3000,000 niños. El Hospital de Lactantes y Edpidmiología Infantil, la Clínica de Recuperación Infantil [que los militares convertieron en un hotel y casino para militares después del golpe de estado de 1955, son entre otras, concreciones de la Fundación en el ámbito de la salud infantil. El Hospital Nacional de Pediatría [hubiera sido la más grande de América Latina], cuya construcción se hallaba avanzada en 1955, permanecería inconcluso [aunque faltaba poco para terminarlo, los militares no lo terminaron y se convertió en el Albergue Warnes, un albergue de ladrones, antes de ser demolido].
La obra de Evita dedicada a los niños estuvo inspirada en la convicción de que “el país que olvida a sus niños renuncia a su porvenir”.
La problemática del alojamiento transitorio de las mujeres fue encarado mediante la construcción y mantenimiento de tres Hogares de Tránsito en Capital Federal, que hallaron su réplica en el Interior. El Hogar de la Empleada General San Martín apuntaba a resolver el problema de las mujeres sin hijos que sufrían el problema del alojamiento. El Hogar contaba con un comedor, a donde Evita solía ir a cenar al concluir su jornada. En ese ámbito se reunía un grupo de intelectuales, la “Peña Eva Perón”, que amenizaban las veladas con la lectura de las composiciones que le dedicaban.
En materia de salud, la Fundación construyó cuatro Policlínicos en Buenos Aires: el de Ezeiza y los de Avellaneda, Lanús y San Martín, así como también otros en el interior del país. Además, la Fundación proveyó de modernos equipamientos a otras unidades hospitalarias.
Evita frequently dined at the Hogar de la Empleada (a home for single working women). The Peña Eva Perón was held in the dining room. | In her desire to raise the general standard of living, Eva Perón provided the working girl with the maximum of comfort, combined with gracious surroundings. |
El Tren Sanitario, dotado de la más moderna aparatología, cumplía con la tarea de relevamiento y protección de la salud de las poblaciones más alejadas de los centros vitales. En septiembre de 1950 se inaugura la Escuela de Enfermeras, una de las obras más queridas de Evita, prestando sus egresadas servicio tanto en el país como en el exterior. Todas las obras de la Fundación fueron seguidas y supervisadas en su ejecución y funcionamiento por Evita. Era frecuente verla en sus recorridas acompañada por personalidades extranjeras de paso por nuestro país.
A la acción desplegada, la Fundación sumaba su solidaridad con los países extranjeros en situaciones de catástrofe o necesidad: Ecuador, España, Italia, Israel, Francia, Japón, Perú y Bolivia, entre otros, dan testimonio de ello.
Los orígenes de los fondos que manejó la Fundación para sus obras ha sido en Argentina objeto de polémica. Si la Memoria de la misma de 1953 explicita la procedencia de los fondos (donaciones en efectivo-provenientes mayoritariamente de los sindicatos, pero también de particulares y empresas- convenios colectivos de trabajo, impuestos, alquileres, adjudicación de recursos por vía del Poder Legislativo, etc.), no podemos omitir mencionar la circulación de versiones según las cuales los fondos provenían de donaciones forzosas, siendo la resistencia a ellas motivo de persecusiones. Se citaba, por ejemplo, el caso de la fábrica de caramelos Mu-Mu.
La historiadora Marysa Navarro, en su biografía Evita, apunta: “Pero si las ‘contribuciones espontáneas’ hubieran existido en gran escala y de manera sistemática, los perjudicados podrían haberlas denunciado después de septiembre de 1955. Si no deseaban hacerlo de ese modo seguramente podrían haberlo hecho ante la comisión encargada de investigar la administración de la Fundación y ésta habría aceptado las denuncias presumiblemente con agrado. Es de creer que no las hubo en cantidades apreciables, pues de ser así el informe de la comisión las habría enumerado y no lo hace.” Evita, p. 263
Al morir Evita, la Fundación continuó su labor, pero ya no tuvo la misma fuerza ni operatividad. Perón ocupó su lugar, pero dos circunstancias confluían: ni Perón era Evita, ni la situación económica del país era la misma que en su tiempo.
| Foundation’s Nursing School had hospital-ambulances equipped with ten beds and an operating room. |
A medida que Evita crecía en popularidad y poder, crecían también las críticas desde la oposición y también entre algunos sectores peronistas. Atacaban por distintos ángulos: actividades impropias de una primera dama, pura expresión del resentimiento, peligrosa influencia sobre Perón, ansias desmedidas de poder. En el fondo, y quizás no tan en el fondo, no era sólo lo que hacía, cómo lo hacía, o por qué l o hacía, era también que lo hacía una mujer. Como dice J. M. Taylor, “Eva nos enfrenta con el poder de que es depositaria una mujer en una sociedad tradicionalmente machista, con la carga que presupone de desvalorización de las potencialidades de una mujer respecto de un hombre”. (Los Mitos de una Mujer, p. 27)
Los años de apogeo de este poder rondan el 50 y el 51. Son también los años que la enfrentarán a la enfermedad y a su última eleccion: ¿Ser Vicepresidenta de la Nación?
El 2 de agosto de 1951 la CGT pide a Perón que acepte la reelección (hecho posible a partir de la reforma constitucional de 1949) y expresa su anhelo de que Evita lo acompañe en la fórmula. En los días subsiguientes se multiplican las adhesiones.
El 22 de agosto, en multitudinaria concentración en la Avenida 9 de Julio, se reitera la adhesión y el pedido de aceptación: es el Cabildo Abierto del Justicialismo.
Evita se dirige a la multitud, pero elude en su discurso la respuesta. Al reclamársela, se inicia un diálogo cuyo fervor e intensidad es difícil poner en plalbras. Evita reclama tiempo para tomar la decisión.
“Al menos cuatro días.”
“¡No! ¡Ahora!”
“No reununcio a mi puesto, renuncio a los honores….”
“¡Ahora!”
“Yo no quiero que mañana un trabajador de mi patria se quede sin argumentos cuando los resentidos, los mediocres, que no me comprendieron ni me comprenden, creyendo que todo lo que hago es por intereses mezquinos…”
“¡Ahora!”
“Un día…”
“¡No!”
“Dos horas…”
“¡No!”
Evita dejó el micrófono. Las antorchas se encendieron para alumbrar a una muchedumbre dispuesta a pasar allí la noche en vela, esperando la respuesta. Evita tomó el micrófono.
“¡Compañeros! Como dijo el General Perón, yo haré lo que diga el pueblo.”
El acto había terminado. Creyeron que había aceptado.
El 31 de agosto, por la cadena nacional de radiodifusión, Evita anunciaba “su decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo” quisieron honrarla. La trama detrás de la historia, que subyace al renunciamiento, está aún por escribirse. Las Fuerzas Arma das, la enfermedad, la CGT, el pueblo, Evita… los hilos que la entretejieron.
La fórmula Perón-Quijano ganó las elecciones del mes de noviembre. Eva había votado en su lecho de enferma del Policlínico de Avellaneda por primera y única vez.
Acompañó a Perón en los actos de asunción del nuevo período. Fue su última aparición en público.
En los miles de hombres y mujeres que a su muerte la velaron, estaba presente la obra que en estas páginas transitamos. Con sólo 33 años Evita habiía dejado una razón a su vida, dejando a otros, como ella misma dijera, “la tarea más fácil, bajar los letreros.”
FUENTE:EVITAPERON.ORG