Latinoamérica es una región exportadora principalmente de hidrocarburos y materias primas. La cuarentena por el COVID-19 produjo una baja en la demanda de petróleo y productos como cobre, maíz, soja, níquel y otras commodities. Esto se produce por la incertidumbre que se produce en los mercados.
Este terreno de interrogantes es fértil para que las inversiones aumenten más que nada en el sector tecnológico. Si bien hubo un leve repunte en los mercados y exportaciones a principio de año por la llegada de la vacuna, la gran emisión de dólares que tuvo el año 2020 todavía en la devaluación del billete norteamericano.
Según datos de la Fed, el volumen de dólares ha pasado de US$15,33 billones a fines de 2019 a US$19,1 billones a finales de noviembre de 2020. Ante una mayor emisión, la devaluación es directamente proporcional. Recientemente, el organismo redujo drásticamente la tasa de interés hasta dejarla casi en 0%. Y como la tasa de interés equivale al costo del dinero de un país, mientras más baja, menos vale su divisa.
En Argentina, la situación es compleja y provoca un problema adicional, porque implica una devaluación del peso en un momento en el que el gobierno apela a la estabilidad cambiaria como un pilar del programa económico. Además, pensando en las exportaciones un dólar débil puede ser un factor a tener en cuenta para el gobierno que tenía fe en que esa podría ser una clave de crecimiento. Sin embargo, resulta notoriamente positivo para la que la deuda descienda.
La caída del dólar como factor positivo para el pago de la deuda
La devaluación del dólar ofrece un respiro a economías latinoamericanas golpeadas desde hace tiempo. Uno de los factores que históricamente complicó a la economía de nuestro país es su excesiva dependencia del dólar y el volumen de deuda pública emitido en esa divisa. Ahora que el dólar cae es fácil plantearse cómo puede afectar esto a la parte de su deuda denominada en moneda fuerte.
Una caída del 10 o 15% del dólar podría no ser relevante para la economía de clientes finales y clientes de a pie, que no verían demasiada diferencia. Sin embargo, la macroeconomía puede verse favorecida con respecto a la deuda del FMI. En escenarios recientes en el que el tipo de cambio peso/dólar subía, la carga de esas obligaciones fue cada vez mayor.
“Se benefician especialmente a través de un financiación más fácil que reduce la presión sobre sus monedas. Esto permite políticas monetarias internas más flexibles y también reduce la carga de la deuda externa denominada en dólares”, declaró Keith Wade, economista jefe de la gestora Schroders para BBC.
Un dólar débil ayudaría a la Argentina a cumplir sus compromisos financieros hasta cierto punto. Se requiere como medida más importante la combinación de políticas que proporcionen credibilidad en los mercados para que se produzca una recuperación sostenible.
Por: Joaquin Espeche