Ingenuidad y política se contradicen. Los complejos engranajes del aparato estatal están formados por favores, amistades y compromisos de un sistema corrupto que hizo que uno de los ministros de salud más importantes de la historia argentina haya dilapidado 45 años de gestión sanitarista en pocos días, con total justicia porque lo primero que debe ofrecer un mortal es su honestidad en cualquier causa.
Qué decir del púlpito impúdico de indecentes que cuentan con un prontuario de 2 millones de vacunas vencidas y que hoy se colocan en el paladín de la justicia para hablar de salud pública, algo que estuvieron lejos de defender y que hoy fingen escandalizarse por las vacunas para pocos. Una lógica difícil de entender.
Lo ideal, lo correcto, lo sincero, lo verdadero, lo apolíneo y lo ejemplar es trabajar desde un lugar honesto, alejado de lo heróico y de la épica. Muchos quieren estar en ese lugar, pero hacen todo lo posible para no lograrlo. ¿De dónde viene esa lógica? De querer estar en un lugar político ejemplar, pero aportar al sistema corrupto con acciones que nada tienen que ver con ese puesto utópico de estadista.
Me pregunto qué se estudiará en los libros de historia en el futuro, qué consideración tendrán sobre la forma de hacer política las próximas generaciones. Al parecer, aunque uno haga algunas cosas bien, terminará ahogado por la ola de la corrupción. Pienso que mientras más honesta sea la forma de trabajar de un político por el bien común, será más posible que ocupe cargos de jerarquía y conserve su poder y por ende gane más dinero, pero la corrupción en el poder tiene otra lógica.
Que no se malentienda, Ginés González García es totalmente culpable del accionar corrupto que tuvo con su amigo Horacio Verbitsky colocándolo en un lugar de privilegio para que pueda obtener la vacuna contra el COVID-19. Sin embargo, es un engranaje más de un sistema corrupto del que forman parte políticos de varios partidos ¿Cómo es posible que la maquinaria de la corrupción pueda llevarse puestos a dirigentes que podrían haberse retirado con una reputación ejemplar?
Sugiero un ejercicio crítico. No hay lugar en estos tiempos para héroes, salvadores y gestas épicas. Es necesario repasar la idea de que los dirigentes con cargos políticos son empleados de cada persona que paga sus impuestos con esfuerzo. Basta de héroes y salvadores, cada político es un empleado y si hace bien su trabajo, lo correcto es reconocerlo y que siga en esa línea, nada más. Mientras tanto, lo conveniente es alejarse de la amonestación dictada desde púlpitos morales y oportunistas al acecho para construir una sólida conciencia crítica.
Por: Joaquin Espeche