Gobernaremos el país durante los próximos cinco años”, dijo el presidente turco a sus seguidores desde lo alto de un autobús en su distrito natal en Estambul.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, declaró su victoria en una histórica segunda vuelta electoral que planteó el desafío más difícil de su gobierno de dos décadas. “Gobernaremos el país durante los próximos cinco años”, anunció el mandatario a sus entusiastas seguidores desde lo alto de un autobús en su distrito natal en Estambul.
Según la agencia oficial turca Anadolu, tras el recuento de casi el 99% de las boletas, Erdogan, en el poder desde hace 20 años y al frente del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamoconservador), obtuvo 52,1% de los votos. Por su parte, su rival, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglum sumó un 47,9%. El Consejo Supremo Electoral del país pidió a la población que fueran pacientes hasta la publicación del conteo definitivo.
Los resultados confirman los pronósticos para esta segunda vuelta, en que el presidente saliente llegaba como favorito, pese al deseo de cambio de una parte del electorado, la inflación galopante y las denuncias de las restricciones de las libertades en un país en que hay decenas de miles de opositores presos o exiliados.
En la primera vuelta celebrada el 14 de mayo, Erdogan quedó en primer lugar con 49,5% de los votos frente al 45% de su rival. Ante el hecho de que ninguno de los candidatos obtuvo el 50% en aquella oportunidad, se debió realizar una segunda vuelta, algo hasta ese entonces inédito en la historia de Turquía.
Respecto al resultado de la segunda vuelta, el presidente indicó en su primera comparecencia ante la población: “Hemos completado la segunda ronda de las elecciones presidenciales con el favor de nuestra nación. Hemos ganado de tal manera que nadie ha perdido. La única vencedora es Turquía”. Y agregó: “Si Dios quiere, seremos merecedores de su confianza”
“Nuestra nación nos ha confiado la responsabilidad de gobernar el país durante los próximos cinco años”, declaró Erdogan a sus seguidores en Estambul. “Cumpliremos todas nuestras promesas”, afirmó el jefe de Estado, asegurando que “cada elección es un renacimiento”. “Estas elecciones han demostrado que nadie puede atacar los logros de esta nación”, continuó.
Por su parte, el candidato opositor, que preside el Partido Republicano del Pueblo (CHP, laico) y aglutina a una coalición de seis partidos, aún no reaccionó pese al avance del recuento. Al respecto, su equipo indicó que enviaría un comunicado más tarde.
La oposición no logró instalar como centro del debate la crisis económica y el desplome de la moneda local, que disminuyeron con fuerza el poder de compra. Incluso en las zonas arrasadas por el terremoto del 6 de febrero los votantes le entregaron masivamente su apoyo a Erdogan en la primera vuelta, que multiplicó sus promesas sobre la reconstrucción.
Erdogan, que ya goza de una mayoría en el Parlamento, multiplicó los mítines y basó su campaña en las transformaciones que trajo al país desde que llegó al poder como primer ministro en 2003 y luego como presidente desde 2014.
La carrera política de Erdogan
Erdogan, de 69 años, inició su carrera política en la década del sesenta, en el seno del activismo islamista, pero no fue hasta 1994 que se convirtió en alcalde de Estambul. Sin embargo, su ascenso político se vio temporalmente frustrado por el golpe de Estado de 1998. En la actualidad, se convirtió en el político turco que más tiempo estuvo en el poder.
En la década de los 2000 fundó el gubernamental Partido Justicia y Desarrollo (AKP). La sólida victoria del espacio en las elecciones parlamentarias de 2002 elevó a Erdogan a la jefatura del Gobierno, un puesto que no abandonaría hasta once años después debido al límite de mandatos consecutivos establecido en la Constitución turca.
En 2017, Erdogan, que logró dos años antes ser elegido presidente por voto popular, decidió ir un paso más allá: cosechó una nueva victoria en un referéndum que por el cual pudo poner en práctica un viraje hacia un modelo presidencialista que dejaba fuera de juego la figura del primer ministro y le permitía unificar poderes.
El jefe de Estado turco, que respaldó un modelo puramente conservador objeto de numerosas críticas desde la oposición y sectores minoritarios de la sociedad turca, alejó al país de la senda secular establecida por Kemal Ataturk, fundador de la república y figura indispensable para la política turca.
Sin embargo, los acontecimientos de los últimos años comenzaron a impactar al presidente cada vez más autoritario y represivo que podría sufrir ahora las consecuencias de una respuesta que muchos consideran laxa y caótica ante las crisis y desastres que han golpeado a la población.
A medida que Erdogan trata de situar a Turquía como mediador a nivel internacional, especialmente en conflictos como la invasión rusa de Ucrania, todo apunta a un descenso paulatino pero consistente de su popularidad. Esta tendencia también se hizo notar en el seno de la OTAN, donde sigue poniendo trabas a la adhesión de Suecia por no cumplir con sus demandas.
Desde hace años, numerosas voces llevan alertando que la democracia turca, históricamente frágil, se encuentra en peligro. En ese sentido, el gobierno de Erdogan aumentó notablemente las medidas contra los disidentes, quienes acusan al mandatario de silenciar a periodistas, activistas y opositores, especialmente a raíz del intento de golpe de Estado de 2016.
Dicho intento de golpe propició que el Gobierno pusiera en marcha una dura campaña de arrestos que tuvo como resultado miles de personas entre rejas. De esa manera, en los últimos 20 años de poder, Erdogan colocó al país al frente de un abismo autoritario que llevó al poder judicial a estar bajo su ala.
Este caso se materializó en 2022 con la condena e inhabilitación del alcalde de Estambul, el socialdemócrata Ekrem Imamoglu, en lo que constituyó en gran medida un nuevo intento por parte del Gobierno de dejarlo fuera del tablero electoral.
fuente PERFIL