La apertura de importaciones de alimentos despierta temores en las pymes argentinas. Empresarios alertan sobre cierres de fábricas y despidos masivos, advirtiendo una posible repetición de la crisis de los años 90. Reclaman medidas que protejan la producción nacional ante el impacto negativo previsto.
La apertura de importaciones de productos de la canasta básica que anunció el Gobierno nacional produjo una ola de preocupación en el sector pyme y los empresarios temen que la medida provoque una agudización de la crisis, con despidos masivos y cierres de fábricas. “Ya lo vivimos en la década de 1990”, advirtieron.
El rechazo es masivo en uno de los motores productivos del país, que se ha visto sacudido por el ajuste en las tarifas, la caída del consumo y el parate de la producción que ya golpea a muchos sectores que han suspendido a trabajadores, y ahora alertan por el daño que producirá la apertura indiscriminada de importaciones.
Para las pymes, se trata de un nuevo ataque a un sector ya golpeado. “Antes de bajar impuestos a los importados deberían bajar impuestos a lo nacional”, se quejó un empresario, y alertó que si se importan alimentos caerá la recaudación de los municipios, las provincias, la Nación y ANSES. Además, se desplomará más el consumo. “Los trabajadores afectados van a dejar de consumir”, remarcó, y alertó que podría haber despidos y cierre de fábricas. “Es preferible que desgraven mejor la producción de alimentos y las exportaciones”, señaló.
Para Daniel Rosato, presidente de Industriales Pymes Argentinos, la medida “provocará la quiebra de miles de Pymes industriales y una destrucción masiva de puestos de trabajo, lo que generará una espiral de la crisis económica y social de los argentinos”. El empresario señaló además que “no se tuvieron en cuenta la suba de los costos de la producción que generó la liberación de precios luego de la devaluación de diciembre, ni la rentabilidad inédita de las grandes cadenas de supermercados, que casi duplicaron los precios que se envían desde las fábricas”.
“Echarles la culpa a los fabricantes locales de productos de la canasta básica por la suba de la inflación es una decisión tan desmesurada como errónea. Las Pymes nos enfrentamos a una crisis de la producción desde mucho tiempo, con una inflación de costos que restringió al máximo la rentabilidad de las empresas. La caída del consumo generó un estado de alerta», dijo.
Mario Meloni, empresario textil, lo describe en pocas palabras: “En la década de 1990 la apertura produjo bajas de precios hasta fundirse. En el Gobierno de 2015 a 2019, con la apertura sin cepo, la inflación fue del doble que en el gobierno anterior. Los países desarrollados administran su comercio exterior”.
Por su parte, Ernesto Mayer, fabricante de productos electrónicos para la cadena productiva, suma que la apertura podría bajar los precios, pero aclaró que “no es una medida sana”, ya que “debería estar acompañada de una reducción de impuestos para productores locales, que les permita equiparar con los productos importados”.
“Ante la facilidad de importar, nuestros clientes podrían pasar a optar por cerrar sus fábricas y pasar a ser una comercializadora. Ya pasó durante la década de los 90 y podría replicarse nuevamente”, concluyó.
FUENTE:PAGINA12