Gabriela D’Mari cumplió satisfactoriamente los cuatro años de trayectoria de su formación de posgrado en esta especialidad.
El Ministerio de Salud Pública, a cargo del doctor Luis Medina Ruiz, informó que la doctora Gabriela D’Mari cumplió satisfactoriamente los cuatro años de trayectoria de su formación de posgrado en esta especialidad sorteando distintos desafíos como la pandemia de COVID-19, que representó un periodo de gran aprendizaje y adaptación como profesional de la salud.
“Estoy muy feliz de haber llegado a esta meta que sin tanta gente atrás no lo hubiera podido lograr. Es un orgullo inmenso poder ser la primera del Hospital Avellaneda, que es un gran hospital con una calidad enorme de personas en el aspecto humano y profesional”, expresó. D’Mari, contó que se incorporó a la residencia entre diciembre del 2019 y enero del 2020. Desde que egresó de la facultad, su primer contacto laboral fue con la población pediátrica y a partir de ahí le gustó mucho, la conquistó. Por eso tomó la decisión de seguir esta especialidad. Ella no sabía que en el Avellaneda existía la posibilidad de hacer una residencia, fue a partir de otros colegas que descubrió la posibilidad, se presentó e ingresó.
“Aquí estuvieron desde el primer momento con la mejor disposición, me abrieron totalmente las puertas, a pesar de que yo iba a ser la primera residente que iban a tener en el área, siempre estuvieron con la mejor predisposición y así se fue construyendo año tras año mi trayecto por esta residencia. Siempre aquí se apuntó mucho el trabajo en equipo. No me hicieron sentir como una residente, sino como una compañera más, y estuve muy acompañada desde el primer momento por la jefa del Servicio, la doctora Rosanna Leva, mi jefe de guardia, el doctor Rodrigo Montañez, que fue mi primer instructor, todo el equipo médico y de enfermería de las salas de internación, por donde me tocó rotar, los doctores siempre estuvieron con la mejor predisposición para enseñarme, corregirme. Conté con mis jefes de residencia, la doctora Noelia Álvarez González y el doctor Paolo Ibáñez, dos médicos pediatras formados en el Hospital del Niño Jesús. También tuve la oportunidad de rotar por los consultorios de demanda espontánea junto a la doctora Sara Gallardo. Ya en tercer y cuarto año más avanzado pude involucrarme más con lo que son las especialidades infantiles, como ser infectología y terapia intensiva, con el acompañamiento del doctor Tomas Fiori, la doctora Senobia Hernández y el doctor Pedro Rotger, que son los grandes referentes que tenemos en el Servicio Crítico Pediátrico del hospital. Luego también hice una rotación en el Hospital del Niño Jesús, en el servicio de Dermatología Infantil y Adolescencia”, se explayó.
SER RESIDENTE EN PANDEMIA
D’Mari expresó: “Uno nunca sabe qué es lo que puede llegar a pasar, los desafíos que pueda llegar a presentar la vida del residente. Pueden ser muchas, pero yo creo que, por ahí el deseo, el anhelo que uno tiene de llegar a la meta, y fundamentalmente la compañía del equipo que te forma, el apoyo, eso sirve muchísimo para que uno continúe y se reafirme en la carrera que eligió. Lo que uno aprende en la práctica, del día a día, eso es invaluable, es algo que no se aprende en los libros, y estar a la par de gente que idónea y de gente que sabe, la verdad que vale mucho. Aprendí también en mi formación, que detrás de cada paciente pediátrico hay una familia, hay una madre, hay un padre. Muchas veces nos ha tocado el caso de muchas mamás que están al cuidado, que pueden estar también enfermas o embarazadas que por algún motivo no pudieron ocuparse, el hecho de estar en un hospital general facilita mucho más la atención a esa mamá o a ese familiar, que pueda también resolver lo que necesita. Al igual que se destaca también por el trabajo permanente con otras áreas como Servicio Social o el Salud mental, hay todo un equipo integral abocado a la salud de la familia”.
LA ELECCIÓN POR LA ESPECIALIDAD
“Soy pediatra porque la vida te lleva a veces por caminos que uno nunca pensaba que iba a recorrer, y te das cuenta que realmente eso es lo que a vos te llena y se convierte en tu vocación. Lo que más me sorprende de estos pacientes es cómo experimentan cada situación y la manera que los superan, la capacidad que tienen los niños para sobreponerse, para recuperarse de algunos problemas que a los mismos grandes a veces nos resulta imposible, eso me conmueve y me ayuda a querer ser mejor todavía y ayudar más. También cuando ves al paciente y además ves toda la familia, donde uno puede participar, se puede involucrar y puede mejorar un poquito su vida”, dijo D’Mari.
La doctora Patricia Medina, subdirectora Médica del Hospital Avellaneda, indicó que la residencia de Pediatría era algo históricamente deseado. El efector empezó con un servicio de pediatría pequeño que fue creciendo y hoy por hoy es un servicio de tercer nivel con todos los tipos de atención, con una guardia que tiene capacidad para internación de 27 pacientes, con terapias neonatales, terapia de niños, salas de internación, hospital de día y una serie de servicios que hace que la atención sea integral para los niños: “Por este motivo necesitábamos una residencia, se consiguió abrirla y empezar a trabajar de eso. La experiencia y los resultados fueron muy buenos, mejor que lo esperado. La doctora D’ Mari fue la primera en ingresar y está trabajando actualmente con nosotros, realmente el recorrido de ella fue impecable, una persona muy bien formada, con una educación tanto formal como informal importante que suma muchísimo al equipo del hospital”.
En tanto, la doctora Rosanna Leva, jefa del Servicio y Directora de la Residencia en Pediatría del HCNA, dijo: “Estamos muy felices de tener a nuestra primera médica pediatra egresada de nuestro hospital que gracias al apoyo del equipo directivo como así también del Ministerio de Salud, se ha logrado concretar el egreso de nuestra primera residente, la que a lo largo de estos cuatro años de formación ha evidenciado un compromiso justamente con su aprendizaje y con su capacitación y un crecimiento a nivel profesional, además de su calidad humana”. La profesional hizo hincapié en que trabajar en el ámbito de la pediatría es muy particular, implica que la persona debe tener empatía y compromiso con la salud integral, no solamente del paciente, sino con todo el ámbito familiar que contribuye al crecimiento y desarrollo de los niños.