
Su hija continúa desaparecida, sus vecinos juntan dinero para pagar el abogado y ella pide una reunión con el Gobernador de la provincia, Juan Manzur.
Susana Cisneros ha pasado los días más terribles de su vida. Jamás se hubiera imaginado, el sábado pasado, que hoy estuviera acá, entre el humo negro de las cubiertas encendidas, pidiendo por la aparición con vida de su hija Daiana.
Uno de sus hijos la abraza y ella se desarma en lágrimas. “Necesito a mi hija. Estoy agotada, no doy más. Las horas pasan, los días pasan y el Gobierno me da la plena seguridad de que están buscando, pero Daiana no aparece”, dice con la voz bajita, debajo de una bandera que tiene la consigna: “Pedimos justicia por Dai Garnica. Viva la queremos”.
Jueves a las 19 horas. Las cuatro esquinas de la intersección de Ejército del Norte y Francisco de Aguirre están cortadas por quienes fueron sus vecinos. Cuando ellos vivían por ahí, sus hijos hicieron amigos y conocidos en los barrios Aguas Corrientes, San Agustín, Echeverría, Villa Muñecas y también del “Trula”.
Son ellos quienes empezaron el corte, imprimieron carteles, juntaron unos pesos para ayudar a la familia y consiguieron cubiertas para acompañar a Susana con sus protestas. “Tenemos mucho apoyo de la gente humilde, de la gente pobre que nos ayuda a seguir. Nosotros no tenemos plata y todo nos cuesta más. La familia está paralizada y hasta para comer nos están ayudando”, dice Susana.
“Lo más triste es que no hay justicia porque los delincuentes y violadores están protegidos y nosotros estamos desesperados. Si no hay plata nadie se mueve. La gente, es la gente de los barrios, nos va a ayudar a pagar el abogado. Están organizando un partido de fútbol y unos sorteos para juntar plata”.
Susana tiene un pequeños kiosco en su casa, en el asentamiento Julio Abraham, en Alderetes, “con eso mantenía a Daiana, con mucho esfuerzo”. Hoy, por ejemplo, se lamenta por unos carteles que se mojaron por la lluvia y espera los que le habían prometido cuando fue a la Legislatura. “No hay nadia, me habían dicho que iban a poner en la ciudad, pero no hay nada. La gente está imprimiendo con plata de su bolsillo”.
La lucha cuesta y el dinero es un problema más que se suma cuando la búsqueda es urgente. “Quisiera que me reciba el gobernador o el vice gobernador”, dice Susana, mientras la esquina se oscurece excepto donde el fuego aún arde.
“Cuando llega la noche es lo peor, de terror. Yo se que todo se paraliza, lo peor: la policía, sus demoras. Le dieron tiempo a este delincuente para que la violen, la jueguen o la transporten a otro lado”, dice y luego la abrazan y llega un aplauso, ruidos de bocinas de motos, carteles en alto, todo lo que hay a mano para pedir que Daiana aparezca antes de que salga la luna.
fuente: EL TUCUMANO